Juan Magaña y Angie Barr, Académicos UCEN región Coquimbo
La Luna, nuestro satélite natural, es un producto de la formación del sistema solar y las hipótesis de su creación aún están en investigación. La Luna está a una distancia de 384.400 km de la Tierra, y tiene una masa de 7,349x10^22 kg, y su gravedad es tan pequeña que un humano pareciera dar un paso flotante cuando camina sobre ella. Su influencia en nuestro planeta es tal que provoca las mareas en nuestros océanos. La Luna ha llamado la atención de nuestra humanidad desde siglos atrás, por ejemplo la cultura náhuatl, originaria de México, tiene una leyenda acerca de su creación en la relación del dios Quetzalcoatl y un conejo que se encontró en su peregrinar.
En el siglo pasado, la Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en inglés, de los Estados Unidos de Norteamérica inició la exploración lunar con el programa Apolo. El momento cumbre fue con la misión Apolo 11 cuando el 21 de julio de 1969 por primera vez un ser humano dió sus primeros pasos sobre ella, y Neil Armstrong narró: “este pequeño paso para el hombre es un gran salto para la humanidad”.
En la última década la República Popular China ha incrementado su interés y esfuerzos para explorar el cosmos, particularmente Marte y la Luna. La Administración Nacional del Espacio de China (CNSA, por sus siglas en inglés, ha diseñado un programa espacial para la exploración sistemática de la Luna llamada Chang’e en honor de la Diosa de la Luna en esta cultura. El pasado 23/11/2020 este país lanzó una sonda espacial en el marco de la misión Chang’e-5 con el objetivo de analizar la composición lunar. Entre sus objetivos científicos estaba el recolectar muestras del suelo lunar y así arrojar indicios acerca de su formación. Dicha sonda alunizó en el denominado “Mar de Procellarum”, un cráter en la Luna, y recolectó una muestra de 1,73 kilogramos del suelo lunar.
Los resultados de esta misión han sido publicados en días recientes, confirmando la existencia de un mineral denominado ULM-1 cuyas dimensiones son 160×109×73 micrómetros (para comparación, el diámetro promedio de un cabello humano cubre un rango entre 60 hasta 160 micrómetros). La técnica usada para la determinación de la composición del material recolectado ha sido la espectroscopía que determinó que la muestra de suelo lunar contiene Nitrógeno, Oxígeno y Magnesio entre otros elementos químicos, composición muy similar a la de algunas rocas volcánicas terrestres. Además, el análisis químico espectral confirmó que el 6,6% de la muestra está constituida de moléculas de amonio y un 41,7% de H20, es decir, agua, lo que no se debe interpretar como la presencia de agua líquida.
Este resultado tiene importantes implicaciones en la investigación tanto del origen de la Luna y su composición química pero también acerca de los primeros tiempos de nuestro sistema solar. Sin duda este descubrimiento de la CNSA aportará ideas para construir mejores modelos de formación de nuestros planetas y sus satélites naturales (o lunas) así como de nuestro sistema solar, pero también contribuirá al entendimiento de cómo se forman otros planetas (llamados exoplanetas) y sus exolunas orbitando otras estrellas similares a nuestro Sol. Se vienen grandes descubrimientos y por ende una mejor comprensión de la formación de nuestro sistema solar dominado por el Sol, y nuestro hogar, la Tierra.