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Profesores para impulsar la nueva educación

Rubén Carrasco Silva, académico, Universidad Central Región de Coquimbo

El mundo que conocemos tiene un contexto diferente al vivido en el siglo pasado. Prioridades humanas, actitudinales, emocionales, espirituales, sociales, entre otras, han roto los cánones tradicionales de lo considerado tradicionalmente como «una correcta y buena vida».

Ante un escenario más revitalizador y esperanzador de una educación re-evolucionada, que contribuya a la meta de una nación más justa, igualitaria y equilibrada social y emocionalmente, se requiere de nuevos líderes educacionales para guiar a esas niñas, niños y jóvenes del siglo XXI: las profesoras y profesores, profesionales de la educación, también reconfigurados y ajustados a la realidad innegable de sus educandos y del entorno.

Aquí sugerimos, modestamente, algunos contenidos a inculcar en los educandos del siglo XXI; quienes, consciente o inconscientemente, también anhelan profundizar.

¿Información especializada? Como dicen las antiguas generaciones ¿qué van a aprender los niños de hoy? Dicha información ya está siendo comunicada a través de las plataformas virtuales o softwares que suministran espacios académicos y/o pedagógicos a través de internet, las que proveen el servicio a la comunidad educativa. Tal información ya está a la mano de las y los estudiantes de cualquier nivel escolar y superior, al presionar una tecla de su computador o, incluso, desde su celular, pudiendo insertarse en el universo digital.

¿Cómo se están preparando las nuevas generaciones de profesoras y profesores de nuestro país? Las facultades de educación tienen una responsabilidad gigantesca este sentido. Se buscan carreras de pedagogía con una innovadora reingeniería de sus planes de estudios, que resalten actividades curriculares transversales e interdisciplinarias, que busquen potenciar e incentivar el aprendizaje profundo (otro concepto a conversar en el futuro), asignaturas en las cuales se aprecien y desarrollen los valores humanos y sociales más las capacidades, competencias y destrezas humanas para el ejercicio docente, fomentando —como acto seguido— el liderazgo por sobre el mero cumplimiento de responsabilidades, propios de las jefaturas tan comunes en lo cotidiano. Estas ideas son las que se debieran materializar en la oferta académica del futuro.

Como lo formula el estadounidense David Perkins, doctor en Matemáticas e Inteligencia Artificial, en el siglo XXI, para avanzar en conocimientos y aprendizajes significativos, las y los estudiantes deben formular y hacerse muchas preguntas, interrogantes sin respuestas aún o que inviten a investigar, informarse, analizar, reflexionar y tomar decisiones.

Es una de varias propuestas de modelos que buscan innovar, pero que no son suficientes. Mucho del arrojo para re-evolucionar requiere del esfuerzo personal, pues el cambio parte por uno mismo para cambiar la sociedad. Finalmente, lo planteamos desde esta tribuna, a quienes nos quieran escuchar, que la educación no puede esperar a ser re-evolucionada, porque tiene una finalidad de progreso, de superación, de orgullo de un pueblo que puede dar muchísimo más si cuenta con las habilidades, competencias y oportunidades para salir adelante. Un pueblo sabio hace de su sociedad una nación de progreso.