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(Opinión) Igualdad de Género en Clases de Educación Física y Salud

Los/as docentes de educación física, implementamos un modelo impuesto por el marco curricular, y por autoridades de colegios, que en muchos casos separan las clases para niñas y niños en forma diferenciada. Las evaluaciones, también hacen notar capacidades físicas distintas entre damas y varones; en ejercicios que demanden esfuerzo, las niñas hacen menos cantidades que los niños.

Consideremos el aspecto fisiológico y anatómico; cuando estamos en quinto o sexto básico, no son muy diferentes nuestras características físicas corporales; el cambio anatómico y funcional comienza aproximadamente en sexto o séptimo básico, algunas niñas tienen su primera menstruación a muy temprana edad y desde ahí, como docentes, tenemos que tomar cuidados, sobre todo cuando coincide su período con la clase de educación física y/o deportes.

Otro aspecto es el sociocultural, porque si bien todas las asignaturas deben aportar a la igualdad de género y a una educación no sexista desde su práctica con hechos concretos, es particularmente la asignatura de educación física y salud la que debe posibilitar algunas acciones, primero terminar con las separaciones de hombres y mujeres para las realizaciones de clases: la clase debe ser un momento de encuentro de la diversidad en todos los sentidos, para esto, el proyecto educativo del establecimiento debe contemplar clases mixtas, ya que los aprendizajes sociales se dan de manera más significantes cuando la interacción al interior de la clase propicie la contacto directo entre los alumnos a través de los diferentes contenidos de la asignatura. Segundo, los indicadores de evaluación para un curso deben ser los mismos para damas y varones, las escalas o tablas de notas con los puntajes asignados también deben ser los mismos, es por esto, que la pedagogía actual permite la construcción de indicadores de evaluación de tipos conceptuales, procedimentales y actitudinales.

El aporte de esta clase es terminar con la exclusión, la segregación y la discriminación en todos los aspectos, promover el respeto a la diversidad física, la inclusión de alumnos/as con necesidades educativas especiales y niños/as extranjeros. La clase debe ser un ejemplo de integración humana, y los/as docentes tenemos que centrarnos más en una educación física con actividades lúdicas, recreativas, que privilegie la adquisición de valores hacia el respeto mutuo, la auto superación, el compañerismo, la generosidad, la aceptación del uno con el otro y el fomento hacia el futuro de una sociedad más justa y pacífica.

CLAUDIO GARCÍA GONZÁLEZ
Académico
Universidad Central de Chile – La Serena