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Miércoles 27 de Junio de 2012

JJ Brunner: "Ya hay un consenso básico sobre la obligatoriedad de la acreditación, ahora hay que definir las áreas a abordar"

El especialista dictó una conferencia en el marco de la cátedra de gobierno Luciano Tomassini, que imparte la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública.

Imagen foto_00000003Una completa revisión sobre los sistemas y la historia de los sistemas de control de calidad externos a las instituciones de educación superior, tanto en Chile como en el mundo, realizó hoy el ex ministro de Estado y director del programa de doctorado en Estudios de sistemas, políticas y gestión en educación superior UDP/Leiden, José Joaquín Brunner, quien dictó la conferencia Reforma al sistema de acreditación y financiamiento de la educación superior. Control de calidad: ética, regulaciones e información, en el marco de la cátedra de gobierno Luciano Tomassini.

En su exposición, a la que asistieron directivos y académicos de distintas facultades de la Universidad Central, explicó que el control externo de la calidad de los procesos académicos en distintas instituciones, como las más antiguas de Europa, no es algo antiguo en la historia, sino que más bien respondía a una suerte de autorregulación ética de la actividad docente. Tal como la conocemos ahora, salvo en Estados Unidos, la acreditación es una práctica de sólo los últimos años.

Respecto de América Latina, señaló que sus instituciones contaban con sistemas de aseguramiento de la calidad muy débiles, porque hasta hace pocas décadas no existía la carrera académica como tal, sino que la docencia era extensión de la actividad propia de destacados profesionales, lo que significaba que no había algún tipo de control interno, y mucho menos externo, ya que el Estado no interfería en el quehacer de las instituciones. El principal control de calidad lo daba lo selectivo del sistema para los estudiantes.

Este panorama, que funcionó con mejores o peores resultados en nuestro país hasta principios de los años 90, hizo crisis con el aumento explosivo que tuvieron tanto las universidades y otras instituciones de educación superior, como la cantidad de alumnos matriculados en el sistema: si en 1970 había ocho universidades en todo el país, con cerca de un 15 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años en el sistema, hoy existen 60 universidades. Sin embargo, se calcula que no más del seis por ciento de ellas cumplen con el requisito de abarcar las áreas que las definen: docencia de pregrado y avanzada, investigación y extensión, sumado al hecho de que actualmente la matrícula en instituciones privadas supera ampliamente a la de las instituciones públicas.

Ante este escenario, la preocupación por el control de calidad externo de las universidades es creciente, sobre todo por la dificultad de homologar los criterios con que cada institución docente o de acreditación de éstas aplica sus evaluaciones. Por esta razón, según Brunner, la validación de las agencias acreditadoras cobra importancia como referente de un nivel de calidad determinado, especialmente a la hora de reconocer títulos profesionales en el marco de un sistema global. "A fin de cuentas, la acreditación es un certificado de fe pública para el profesional titulado en una determinada institución y para sus eventuales empleadores", asegura el experto.

Consenso en la crisis

En esta dirección, medidas de las autoridades como la evaluación externa solicitada a la OCDE o la autoevaluación de fortalezas y debilidades y propuestas de cambio, junto al compromiso de reforma del Consejo Nacional de Acreditación y la urgencia puesta al proyecto de ley que crea la Superintendencia de Educación, son una muestra del consenso que existe en torno a la crisis en que se haya el sistema.

Al respecto, Brunner señaló que, una vez establecido el consenso de que la acreditación debe ser obligatoria para todas las instituciones, ahora hay que alcanzar acuerdos sobre la evaluación de los resultados, el valor agregado que se le entrega a los estudiantes –quienes ingresan a la educación superior con brechas considerables en sus conocimientos y habilidades-, las tasas de deserción y abandono de las carreras y el nivel de satisfacción de los propios profesionales, una vez insertos en el mundo laboral.

Otra de las consideraciones del académico fue la dificultad de acreditación para los más de 8.900 programas de educación, ante el reducido número de acreditadores que hay en nuestro medio. Por eso, una de sus propuestas es la acreditación completa para aquellas instituciones que cumplan con los requisitos necesarios (por siete años), mientras que las que no la lograran deberían volver a la fase de licenciamiento; es decir, perderían su autonomía hasta conseguir una nueva acreditación.

José Joaquín Brunner es doctorado en Sociología en la universidad de Leiden y consultor en materias de educación tanto para Chile, como para distintos organismos multilaterales. Se ha desempeñado como consultor en políticas de educación superior en más de 30 países y ha publicado más de 35 libros en calidad de autor o coautor.

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