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Juguemos esta Pichanga

HaceImagen foto_00000004 ya 21 años, se presentaba una obra multimedial promoviendo los derechos de los niños y niñas en plena Plaza de Armas de Santiago y en la Quinta Vergara. "La Pichanga, profecías a falta de ecuaciones" es una creación que reunió a Nicanor Parra, el Grupo Congreso, al pintor Bororo y a la documentalista Maga Meneses. La creación del concepto, dirección y producción la realizamos en conjunto con Hernán Dinamarca y con el apoyo de Save the Children Suecia, Terra Nuova Italia, Unicef, Canelo de Nos y ACHNU.

Esta obra fue re- presentada nuevamente, con gran éxito en Valparaíso y en Santiago este mes de julio. Su música y la ejecución son de una genialidad completa, los arreglos impresionantes y la interpretación emociona al público.

Convencer a Nicanor Parra de colaborar con su creatividad para una obra de este tipo no fue fácil al comienzo. Lo bueno era que nos veíamos obligados, con Hernán, a visitarlo en su casa de La Reina, hablar con él, escuchar y aprender de su forma de ver el mundo, observar sus artefactos irónicos y mordaces sobre las ideologías, la religión y el progreso material. Finalmente aceptó y con entusiasmo comenzó a mostrar sus escritos. "Tilo" González se quebraba la cabeza reflexionando cómo transformar esa creación en obra musical, a la vez que el Grupo Congreso asumía entusiasta el desafío.

Paralelamente, Bororo se inquietaba con el cómo expresar pictóricamente, con belleza, los sentimientos que le producía el leer un manuscrito de la legislación internacional tan pulcro y rígidamente escrito. Convenimos en que mejor era abordar algunos derechos y que él se "volara" en su propia interpretación, en una mezcla de vivencias y lectura parriana.

Por su parte Maga Meneses abordaba lo audiovisual, un texto entre videoclip de la creación musical con la mirada de una creadora de ojo crítico.

La discusión con Nicanor sobre el título fue interesante. Él quería llamarla "Parranda" pero no nos convencía pues si bien el título era "lúdico" y bien chileno, estaba asociado a la fiesta y al alcohol, por lo que no lo veíamos muy pertinente a la promoción de los derechos del niño. Salió la idea de Pichanga que se presta para interpretaciones en el sentido del fútbol de barrio como también de la pichanga de picles, aceitunas y queso de cabeza. Convenimos que era un título juguetón, pero nuevamente vino el aporte de Nicanor y le agregó: "profecías a falta de ecuaciones".

Creo que en esa frase se resumen buena parte de la historia de la niñez de los últimos 21 años. El pensamiento moderno quiso determinar las leyes según las cuales se desarrollaban las sociedades, establecer la legislación apropiada para darse los gobiernos y normar las relaciones entre las personas. Masacres y genocidios más y guerras menos, nacieron los Derechos Humanos reconocidos por el sistema de Naciones Unidas, que permitieron consensuar los derechos que los Estados le debieran respetar, asegurar y promover a todos sus habitantes. Sin embargo hubo una demora de más de 40 años para que a los niños y niñas se les reconociera -como dice la Pichanga- "que nosotros somos seres humanos, se da la casualidad...". Ese fue el gran aporte de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas.

Pero, en ese mismo momento de su aprobación, se articulaba la ola neoliberal a nivel internacional que debilitaba los Estados en su rol de garantes de los derechos sociales de todos sus habitantes y principalmente de los niños, que se suponían serían resguardados según el artículo 3 sobre "el interés superior del niño" como principio rector de las decisiones políticas, legislativas y administrativas. En ese tiempo también se habló del "fin de la historia y de las ideologías y el triunfo de la democracia en el planeta" como una "profecía" emitida por los intelectuales neo-conservadores de la potencia triunfante con el fin del mundo bipolar.

La profecía que Parra lanza en esta obra es de otro nivel. Propone remirar la modernidad y por tanto a nosotros mismos y a los niños y niñas como "parte de la tierra" y no contra ésta; sincerarnos y reconocernos como que "todos somos mapuches"; asumir que hay un proceso de destrucción de la naturaleza -no quedan "ni chanchitos de tierra"- lo que atenta contra nuestra vida; y propone una "alianza entre los grandes y los niños" para construir una sociedad ecológica en que el lugar de los seres humanos esté en armonía con el medio ambiente.

En este contexto la presentación del Grupo Congreso de la obra "Pinchanga, profecías a falta de ecuaciones" viene a actualizar la situación crítica de los derechos de los niños y niñas chilenas, que a 23 años de la Convención de sus derechos, no cuentan ni con una ley de protección, ni con un sistema coherente de garantías ni la institucionalidad adecuada, como lo demuestran las prácticas cotidianas de abuso sobre ellos y como las acciones de instituciones estatales que debieran resguardarlos.

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 (*) Este artículo fue publicado por el periódico digital El Mostrador en su edición del 7 de agosto  de 2013.

(**) El profesor Osvaldo Torres es antropólogo, magister en historia de Chile y doctor en estudios latinoamericanos de la U. de Chile. Es Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Chile.