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Lunes 15 de Julio de 2013

"El Congreso de Praxis Comunitaria refleja el momento que vive el país"

El psicólogo FACSO/UCEN, se refiere al IV Congreso de Praxis Comunitaria, donde es miembro de su comité académico.



Imagen foto_00000002El profesor Georg Unger integra el Comité Académico del IV Congreso de Praxis Comunitaria y se desempeña como académico de planta de la Escuela de Psicología de la Universidad Central de Chile. Entre las expectativas y proyecciones para el evento que se avecina, destaca que: "La relevancia del congreso que se realizará en Santiago deriva, por una parte, de los temas que quiere poner en el centro del debate sobre la práctica comunitaria y, por otra, de las personas que pretende convocar, en un particular contexto político y social del país y la región. Apuntamos a relevar experiencias de desarrollo local y dar cuenta de la complejidad de la situación de actores que buscan decidir, mantener o preservar y enriquecer sus formas de vida, frente a la expansión del capitalismo internacional".

¿Cuáles son –a su juicio- las particularidades de este momento político y social en el país y la región que conectan con las líneas de trabajo del Congreso?

Por una parte se han documentado, con la perspectiva del tiempo y el análisis social, los efectos del giro de las izquierdas desde la protesta social de la década de los '60 al turno electoral a fines de los noventa. La relación de fuerzas que finalmente se han disputado la hegemonía del gobierno, organizó profundas transformaciones sociales. Por otro lado, la experiencia de lo que fueron los procesos previos revolucionarios, están en la memoria colectiva y en las prácticas que se le asocian y regenera capitales comunitarios y patrimonios vivos.


La encrucijada que percibo implica que, desde un punto de vista social, hemos avanzado en muchas dimensiones pero, desde el punto de vista crítico, los actores sociales empoderados ya no quieren sólo ser representados, informados o que se les pida la opinión para después ser gobernados por un programa irreflexivo que se inscriba en una burocracia. El trabajo cooperativo y las formas de vidas tradicionales y heterogéneas que se le asocian, son la expresión de alternativas y no solo de resistencia al programa cultural, político, económico y, en general, ecológico que defienden los agentes internos y externos que, con mayor o menor interés, participan de los horizontes del neocolonialismo.


Deben tenderse puentes entre las formas y contenidos del regionalismo crítico y perspectivas que representen posibilidades de cambio social.


¿De qué modo la transición desde los gobiernos autoritarios a la democracia recogió esos procesos en Chile y en Latinoamérica?


En Chile, en los inicios de los noventa se pensó que todos colaborarían en la construcción del nuevo proceso. Si había que definir políticas sociales -por ejemplo- no se imaginó que se harían desde las normas dictadas en el Estado autoritario. Pero aquello no fue posible y, de distintos modos, algo similar ocurrió más tarde o más temprano en otros países de la región, aunque no todos hicieron esta transición pactada y sus condiciones sociales son distintas a las nuestras en Chile, por su propia historia y por las cualidades de sus actores colectivos.

MEDICALIZACIÓN Y JUDICIALIZACIÓN


¿Sostiene que una cierta forma de continuidad desde las dictaduras a la democracia desemboca en el movimiento social hoy volcado a las calles?


El punto es que -más allá de la forma- los acuerdos post dictaduras apuntan a la medicalización y judicialización de las víctimas. El problema pierde su carácter social en la medida que se va volviendo particular, como lo demuestra en Chile el tema de los exonerados, convertidos en personas particulares que piden y reciben una indemnización económica, pero nadie aborda el trauma colectivo que los afectó y que atraviesa el país.


Al considerar en serio los estudios sobre el tema, se toma conciencia que mientras transcurren experiencias como esta entrevista, estamos inmersos en una serie de catástrofes naturales y sociales que hacen que las disciplinas comunitarias no puedan limitarse a documentar y describir lo que acontece con ellas.


¿En qué prácticas es observable el trabajo propio de la psicología comunitaria?¿Dónde y cómo se distancia la mirada política de lo específico de la psicología?


La psicología comunitaria nace el año '65 en los EE.UU. pero, previamente, había muchos psicólogos que hacían trabajo poblacional, con distintos nombres, tales como desarrollo local y otros. Desde ahí se generaron elementos que empezaron a perturbar las construcciones de la psicología. No me refiero a una disciplina formalizada y hegemónica al interior de la psicología, que en un congreso compite con todas las demás con trabajos científicos.


La Psicología Comunitaria plantea el problema ecológico de manera radical, al decir que el individuo no sólo vive en una familia o en un grupo, sino que vive en un contexto ecológico/social que implica diferencias político económicas y socio culturales. Puedo ejemplificar con el caso de la etnia mapuche en Chile: sus comunidades no viven solamente en un entorno natural. Viven en una cultura y es su cultura la que resignifica la naturaleza que los procesos de desarrollo están destruyendo, de modo que en la práctica estos procesos, nuevamente son etnocidas porque, al construir una manera única de Estado y de desarrollo, obvian esas diferencias en las formas de vida.


CRISIS EN CHILE


Unger sostiene que la psicología comunitaria chilena comenzó a hacer crisis poco antes del triunfo del actual gobierno de derecha. "Surgieron contradicciones internas –afirma el académico- porque, evidentemente, cuando hacemos psicología comunitaria, no trabajamos sólo con individuos y grupos, sino con transformaciones que implican el contexto sociopolítico. La ciencia no es producto de iluminados, se produce dentro de una formación social. Si una sociedad es particularmente conformista, tenderá a genera un discurso en esa línea. Cuando estallan los movimientos sociales, muchas veces los mismos actores cambian de perspectiva y comienzan así a generar posibilidades de abrir estos diálogos. En eso aporta este Congreso, porque surge en una particular encrucijada de la psicología comunitaria chilena, de Latinoamérica y de la región", concluye.


Señala que teniendo presente este contexto "al elaborar los ejes temáticos se buscó no apuntar sólo a trabajos de tipo descriptivo, sino que -a partir de la recolección de datos- se pudieran pensar estos problemas. ¿Qué pasa con el patrimonio vivo?, ese que no se puede guardar en los museos –se pregunta- ¿Qué pasa con la vieja idea de América Latina después de las dictaduras militares?¿Qué pasa desde el punto de vista post colonial con las concepciones que hoy tenemos del desarrollo? Esa es la apuesta y la invitación a quienes compartirán esta experiencia académica".


Hablemos del eje cultura popular y patrimonio ¿qué deberíamos esperar de las exposiciones y debates a que busca dar origen ese eje temático?


Para explicarlo me enfocaré en la experiencia de nuestro país: como la Concertación se ve amarrada a la transición pactada a partir de su relación con agentes políticos civiles y militares comprometidos con la dictadura, una vez que llega al gobierno gira en su discurso y deja fuera a muchos actores que eran definidos en tradiciones anteriores de las Ciencias Sociales y la psicología social que ya se había armado desde los '50 como sujetos colectivos, portadores de cultura y definiciones sociales. Los mismos sociólogos que trabajaban en las ONG's contra la dictadura levantaban a estas personas y sus organizaciones como sectores populares con un contenido cultural propio. Pero, cuando se fueron al gobierno, conceptualmente los transformaron en los pobres, es decir los vaciaron política y culturalmente de contenidos propios. Los volvieron en quintiles y los racionalizaron como muestra Foucault en el concepto de la biopolítica. Los convirtieron en materia de gestión social. Entonces, las personas tienen el derecho, y sobre todo los sujetos colectivos, a decir que no quieren ser gobernados en función de perspectivas que no han elegido. Lo que han documentado los estudiosos chilenos y extranjeros, es que en Chile la participación popular fue regulada y gestionada, para generar una despolitización de ciertos sectores sociales.


¿Cómo se vincula esta reflexión al tipo de contenidos que se espera recoger en el eje temático memoria colectiva, cultura popular y patrimonio?


Estoy sosteniendo que si bien la Concertación no convirtió a los sectores populares en peligro -como hizo la dictadura dado que habían elegido a la UP- los gestionó de modo tal que, tras vaciarlos de contenidos políticos, empezó a hablar en nombre de ellos y recuperó la lógica del desarrollo más que la de la cultura. Un modelo de desarrollo que venía definido desde las grandes concentraciones del capital; desde la incorporación de Chile a los mercados internacionales y no desde la incorporación de los sectores sociales a pensar conjuntamente el desarrollo, dando continuidad a las estructuras y redes que nacieron en la lucha contra la dictadura. En Chile se dice que en la primera transición y dado que no habían cuerpos académicos porque las Universidades estaban intervenidas militarmente, las ONG se asociaron al Estado, se volvieron colaboradoras de él y el Estado, lejos de recuperar la propiedad pública, lo que hizo fue mantener la privatización de los servicios sociales y las formas establecidas por la dictadura para la gestión pública, pero apelando a compromisos comunitarios. Esa privatización del Estado privilegia a unos actores que no son precisamente los actores locales, su cultura y patrimonio. Entonces, en las ponencias referidas al eje temático por el que me consulta, esperamos escuchar las voces y los temas que en estos años han estado excluidas del debate público y de las consideraciones de quienes diseñan las políticas que inciden directamente en sus vidas.