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Miércoles 14 de Agosto de 2019

Vieja historia… lección no aprendida / Columna del profesor Luis Riveros, decano de la Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones

El populismo consiste en prometer o realizar políticas solamente para condescender con expectativas o ansias populares, ya sea manifestadas abiertamente o contenidas en un rango amplio de expectativas. El populista sabe leer esas manifestaciones o expectativas, y asume la tarea de darle forma en iniciativas, propuestas o medidas. No se basa en realismo, y no precisa para su propósito de estudios de ninguna naturaleza, so riesgo de que los mismos contradigan los efectos que postula a partir de la medida que impulsa.

Por esa razón el populista puede ser una persona de muy altas competencias profesionales, pero primarán en él sus convicciones e instintos “políticos” en cuanto a sus acciones destinadas a satisfacer lo que cree son las efectivas demandas populares.

Primará su deseo de sentirse un líder apoyado por una masa “inconsciente” que, sin comprender cabalmente los efectos de las medidas que en su nombre son adoptadas, le proporciona apoyo. Pero esos apoyos serán siempre transitorios, porque la volubilidad de los adherentes a ciertas ambiciones es siempre alta cambiando abruptamente de acuerdo a las circunstancias. La falta de perspectiva de largo plazo impedirá que se evalúe adecuadamente las consecuencias de las medidas populistas que se adopten, las cuales recaerán siempre períodos más tarde cuando no sea posible establecer un trazado directo entre las medidas adoptadas y sus posibles nefastas consecuencias.

El populista recurre a la memoria corta de las personas, su instrumento básico es la demagogia, no proyecta visión de largo plazo y se escuda tras una educación que no desarrolla en la gente dicha visión ni fomenta el espíritu crítico.

Por todo lo dicho, el populismo no tiene un sello político determinado; puede ser de derecha tanto como de izquierda. Sus nefastos resultados, sin embargo, serán siempre los mismos: superficialidad de las políticas y poca responsabilidad sobre sus consecuencias efectivas en el tiempo

El populismo constituye una vieja historia, profundizada cada vez que la sociedad está dominada por gran cortoplacismo, alto analfabetismo funcional y falta de educación integral. Por eso el populista nunca recurrirá a mejorar la educación, para así mantener a la gente en el mayor grado de inconsciencia posible.

Fuente: Diarioestrategia.cl