
Miércoles 4 de Septiembre de 2019
También se advirtió que muchas instituciones que adhirieran al sistema pasarían por severos problemas de financiamiento, ya que las mismas deben cofinanciar en forma importante la “gratuidad” que concede el Estado. Hoy en día los rectores requieren que no se siga extendiendo la cobertura de la gratuidad, así reconociendo que las instituciones han debido sacrificar en demasía cuestiones relativas a calidad, para así poder enfrentar el requerimiento que impone la “gratuidad”. Se deben sentir, además, presionados por la necesidad de que los estudiantes con régimen de “gratuidad” no repitan los cursos, cosa que va en la misma línea de los requerimientos para la acreditación que demandan reducidos niveles de deserción o tiempos adecuados de titulación, independientemente del contexto académico en que se desempeña la institución, y el nivel socioeconómico y preparación previa de los estudiantes.
Cuando ya no hay marcha atrás posible, se pide más moderación y conciencia sobre los gastos que envuelve la “gratuidad”; lo requieren actores que no la cuestionaron y que están hoy día sometidos a sus inefables designios en pro de menor calidad y sacrificio de recursos.
Igual, más adelante, nos preguntaremos dónde están los recursos necesarios para financiar la necesaria educación preescolar y la faltante educación básica y media de calidad con que Chile no cuenta. La respuesta estará en las decisiones tomadas hace algunos años, inspiradas fuertemente en un afán progresista pero teñido de tradicionalismo en los instrumentos y que nunca observó el horizonte hacia mejores proyectos alternativos.
Fuente: Diarioestrategia.cl