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Lunes 13 de Mayo de 2019

Decano Luis Riveros pone la interdisciplinariedad como desafío central de la educación superior en Chile

La máxima autoridad académica de la Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones, comparte su análisis sobre la necesidad de hacer innovaciones que permitan mayor fluidez en la interacción disciplinar, camino que ya ha tomado la Universidad Central.

Convencido de que la formación interdisciplinar es el más innovador e importante desafío para el sistema de educación superior en Chile, tarea en la cual ya están encaminadas universidades de clase mundial, el decano de la Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central, Luis Riveros, pone en perspectiva una discusión que, a su juicio, se ha quedado más en la forma que en el fondo, pero impone la apasionante tarea de atreverse a tomar liderazgos en el mundo universitario.

“Desarrollar nuevas visiones o nuevos proyectos en educación es tan importante en un país en el que estamos muy sujetos a las reglas, pero nos cuesta hacer tránsitos hacia cambios que son indispensables y eso nos mantiene bastante atrasados en muchos aspectos del desarrollo educacional en general, particularmente en la educación superior”, señala.

¿Diría usted que estamos inmersos en un sistema educativo que se ancla en lo conservador más que tender a lo innovador?

Absolutamente. Es más, yo creo que castigamos la innovación. Si uno mira las reglas de acreditación de los sistemas universitarios, de carreras e instituciones, la innovación se mira con sospecha y, por lo tanto, inhibimos a los académicos jóvenes que son, precisamente, quienes traen buenas ideas respecto de cómo deberíamos hacer las cosas en adelante. Eso es una represión a las ideas innovadoras que tributa a este conservadurismo que domina el ambiente universitario, tanto privado como público.

¿Ve mucha rigidez en los estándares de acreditación?

Este gran énfasis, por ejemplo, en las publicaciones indexadas, en gran medida nos aleja de los problemas reales que son los que tenemos que ayudar a atacar en el contexto de un país como el nuestro. A eso, ayuda mucho el hecho de no tener suficiente inversión en ciencia y tecnología. Invertimos una cantidad ínfima, básicamente para cumplir con ciertos patrones formales que llevan a indicadores que tanto nos enaltecen, pero que muchas veces demuestran nuestra incapacidad para allegarnos a los problemas reales que tienen que ver con el país, con las empresas, con el desarrollo de los sectores sociales. Para eso, tiene que haber un cambio y por eso la universidad necesita reflexionar respecto de cómo está organizada actualmente para responder a esta realidad.

¿De qué manera una buena interacción disciplinaria abre un nuevo mundo a la formación y a la investigación?

En investigación, lo interdisciplinario es esencial. Se enriquecen y se abren las perspectivas en la medida que se permite, por ejemplo, que médicos e ingenieros trabajen juntos, o que economistas con médicos también lo hagan. Cuando impedimos esa conversación interdisciplinaria, hay poca generación de conocimiento que, finalmente, inhabilita. Esa conversación es indispensable y creo que las universidades deberían estimularla; darle una estructura a una organización que permita la colaboración entre todas las disciplinas. Esa transversalidad en la universidad es lo que tiene que recuperarse.

¿Y cómo logramos esa interacción?

Nuestros diálogos en materia de desarrollo en educación superior, a nivel de país, tienen que ver más bien con cuestiones protocolares, de financiamiento, de líneas específicas de investigación, pero poco con el diseño de una investigación que efectivamente contribuya al desarrollo nacional y eso, obviamente que es mucho más importante en el postgrado. Ahí, veo una línea que nos permite, justamente, transversalizar más la enseñanza del pregrado. Por ejemplo, la economía no ha colaborado suficientemente con la sociología económica. Eso podría enriquecer mucho las predicciones económicas, con más del mundo real, y eso es lo que debe potenciar un programa interfacultades y multidisciplinario al interior de ellas.

 

Un camino largo, pero virtuoso

Para el decano Riveros, el camino es largo. Mirar la experiencia internacional es fundamental para dejar de perpetuar el aislacionismo existente en las universidades y tomar el liderazgo de impulsar los cambios en Chile: “Este es un camino que comienza y para observar resultados visibles va a transcurrir un buen tiempo porque, en primer lugar, va contra la corriente; en segundo lugar, también, todo este tipo de colaboraciones e investigaciones en campos mixtos y matizados, evidentemente que va a tomar mucho más tiempo en la medida que los auditorios estén sólo preparados para publicaciones indexadas, usualmente, en una disciplina”.

¿Cuál es la experiencia internacional en estas materias?

Países desarrollados caminan hacia la transdisciplina y, por lo tanto, la formación está muy orientada en ese contexto. La mirada tradicional indica que las disciplinas se convertían en la jerarquía, en el modus operandi de la universidad. Eso contribuye a un gran aislacionismo y a una escasa cooperación. En ese mundo, el médico era sólo médico y, entonces, la instancia de colaborar con otros ámbitos formativos era mucho menos indispensable. Hoy, es natural hablar de un médico que tiene que utilizar sistemas de información para poder tomar sus decisiones respecto de los problemas que está tratando. La biotecnología, por ejemplo, se ha transformado ya en una disciplina en sí misma; en su origen fue esencialmente una conversación entre la ingeniería y la medicina. En todos los campos se está viviendo una realidad transdisciplinaria y esa realidad es la que tiene que enfrentar la universidad y a eso es lo que no estamos habilitando con una universidad de compartimentos. Entonces, yo siento que estamos un poquito atrás en eso y amerita un buen debate universitario, sin embargo, estamos enfocados más bien en las formas, en los procedimientos, los financiamientos y las regulaciones y no en lo sustantivo. Creo que ahí tenemos que hacer un cambio vital y no veo ese liderazgo en el sistema universitario chileno.

¿En el caso particular de disciplinas vinculadas a Economía, Gobierno y Comunicaciones cómo ve usted esa conversación interdisciplinaria?

Con un tremendo potencial. Veo en esta Facultad que la cooperación entre el área de comunicaciones, con todo lo que es gobierno, la ciencia política y, naturalmente, la administración de empresas y la gestión, es una conversación bien vital y que es posible. Si somos capaces de hacer conversar a las disciplinas, lo veo muy fuertemente impregnado en el área de la investigación y esa investigación, supuestamente, va, en el futuro, a alimentar la docencia. Eso va a permitir pasar a una segunda etapa que es darle más contenidos transversales a la formación profesional. Yo veo que ese paso, se puede acelerar construyendo postgrados que sean capaces de hacer conversar distintas disciplinas.

¿Cree usted que esta formación tradicional que hemos tenido en Chile, tiende a que el profesional que egresa reproduzca esta misma forma de trabajo, en silos? 

Desde luego. Además, yo lo he vivido. Gente muy competente, con una alta productividad, tiende a pensar que toda opinión distinta está equivocada y, por lo tanto, tiene incapacidad para escuchar otras visiones y opiniones. Yo creo que eso hay que disminuirlo, hay que darle una mirada distinta, sobre todo en los cursos más avanzados; una mirada más enriquecedora en la lógica de esta conversación transdisciplinaria y eso se puede hacer por la vía de cursos electivos o de actividades que tiendan a fomentar esa capacidad de escuchar a otros. No hasta hace mucho, los economistas pensaban que los sociólogos hablaban cosas triviales y no eran dignas de ser atendidas, y yo diría que desde el punto de vista de las ciencias sociales tradicionales se consideraba a los economistas como seres que lo único que sabían era modelar variables para maximizar cuantitativamente los resultados. Evidentemente que las universidades podemos contribuir mucho a mejorar este ambiente de relaciones que tendría un resultado importante y beneficioso.

Y en la práctica ¿cómo incidiría a nivel país?

Primero, en una mayor productividad, sin ninguna duda; empresas más humanas, que sean capaces de promover mayor diálogo e integración, y, al mismo tiempo, que comprendan más la importancia de las universidades y, por lo tanto, una mayor disposición a participar en el financiamiento de la investigación, la innovación y el desarrollo.

¿Es la interdisciplinariedad el gran desafío en la educación del futuro para Chile?

Definitivamente. Desde luego, esto no excluye la profundización en el conocimiento disciplinario, pero sí agrega esta necesidad de aumentar el diálogo, la cooperación y la colaboración con disciplinas que ayudan, justamente, a mejorar el conocimiento y su aplicación para la vida.