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Lunes 12 de Junio de 2023

Columna de opinión de Luis Riveros: "Inconsistencias"

La Cuenta Presidencial obedece a una ya larga tradición republicana. Desde tempranos tiempos, el país recibe una cuenta anual por parte de la primera autoridad sobre la marcha de la Nación, los principales proyectos en camino y los escenarios futuros más probables. Es también la oportunidad cuando el Presidente de la República formula llamados al país para lograr unidad nacional frente a los desafíos comunes y los caminos para poder enfrentarlos. Es, en definitiva, una posibilidad de sostener un diálogo encabezado por la primera autoridad y en presencia del poder legislativo y representantes del Poder Judicial.

Muchos presidentes han utilizado esta oportunidad menos como una instancia mediática, y más como una posibilidad para lograr un diálogo constructivo frente a los retos usualmente no triviales que enfrenta la Nación. No hay que perder de vista que, más allá de las apreciaciones distintas sobre la realidad nacional, el mensaje presidencial debe encaminarse a construir consensos sobre la marcha habida en el país, las correcciones que la misma amerita y la necesidad de acuerdo sobre ello entre los poderes del Estado.

Para propósitos de la presentación de su cuenta, el Presidente debe utilizar el apoyo que le proveen los servicios y ministerios bajo su mando, permitiendo preparar la información lo más ajustada posible a la realidad que domina el país. Cualquier autoridad que rinde cuenta ante las instancias que encabeza a cualquier nivel, debe radicar la enunciación de las cifras y su interpretación en la información provista por sus técnicos y mandos intermedios. No es posible que, en una cuenta pública en cualquier nivel y circunstancia, pueda improvisarse al no contar con el respaldo serio de autoridades y profesionales competentes a nivel intermedio.

Esto, naturalmente, considerando que la autoridad debe llevar sus mensajes e interpretaciones más allá de los datos mismos, pero sobre la base segura que le proporciona la información elaborada. En definitiva, debe ser la autoridad quien pondere el debido uso de los datos para proveer sus propias interpretaciones en el contexto de los retos que percibe. El mensaje presidencial debe ser un reflejo del uso de información objetiva y de los mensajes orientadores de la primera autoridad.

En el contexto antedicho, llaman la atención dos aspectos mencionados por la primera autoridad del país en su reciente cuenta pública, los cuales parecen distar mucho de la realidad objetiva que revelan las cifras disponibles. Son aspectos que parecen no haber sido revelados en la información provista por quienes prepararon la información de base que respalda las afirmaciones que hace el Presidente. Por un lado, se trata de la situación económica actual, sobre la cual el Presidente afirmó que se había evitado una crisis como había sido pronosticada. Pero en realidad esa afirmación no es compatible con la información oficial provista sólo hace pocos días antes de la cuenta en materia de crecimiento, desempleo y estrechamiento de la actividad económica en general.

Ciertamente son datos y resultados que no gustan, y que constituyen un escenario preocupante para lo que sigue en materia económica. La misma estará dominada mayormente por la incidencia de los factores que están llevando a la profundización de una crisis que se ha venido incubando y que nos llevará este año a un crecimiento económico negativo. Ciertamente este es un aspecto difícil de abordar para la primera autoridad, que debe conllevar mensajes positivos aunque, ciertamente, no contradictorios con la realidad que deben poner en evidencia sus técnicos. Un segundo aspecto se refiere a los anuncios presidenciales sobre la forma en que se financiarán las promesas respecto a terminar con el CAE y financiar el pago de la llamada “deuda histórica” que afecta a los profesores.

Los recursos requeridos para cumplir ambos compromisos suman mucho más que cualquier recaudación posible asociada a una eventual reforma tributaria. Y aún quedarían por financiar otras prioridades como, por ejemplo, la Pensión Garantizada Universal, el mejor financiamiento de la salud pública y la atención de las prioridades que reviste la educación pública. Quienes son los encargados de respaldar con datos los mensajes otorgados en la cuenta presidencial, deben ser conscientes de que, a la larga, se revelará la inconsistencia y la falla en las políticas anunciadas, trayendo de vuelta innecesarios costos políticos.

Ciertamente el mensaje político es importante, y quizás decisivo en lo que se pretende lograr con la cuenta presidencial, Pero este mensaje no puede ser contradictorio con la realidad imperante, de la cual deben hacerse cargo quienes manejan la información subyacente. No es aceptable que se exponga al Presidente a mostrar inconsistencias en su análisis y en su mensaje, porque eso le resta credibilidad y perjudica en forma significativa la mejor marcha del país.

Publicado originalmente en Diario Estrategia.