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Tropiezos en Educación Parvularia

En estos  últimos días, se han hecho públicas dos situaciones que -a nuestro parecer-  de no enmendarse, van a implicar un serio retroceso a la educación parvularia chilena.

El primero de ellos, se deriva del Dictamen N° 0034 de la Superintendencia de Educación sobre qué se considera un establecimiento de educación párvularia y sus implicaciones en relación  a los llamados programas no-formales o alternativos del nivel; el segundo,  es el Acuerdo N° 029/2017 del Consejo Nacional de Educación que reprueba las Bases Curriculares de la Educación Parvularia presentadas por el MINEDUC.

Respecto al primer tema,  la Fiscalía de la Superintendencia después de una serie de considerandos, establece que son “establecimientos de educación parvularia, propiamente tales o con denominaciones análogas, aquellos recintos que constituyen un espacio destinado al desarrollo de la función educacional, contando con los tres componentes o factores copulativos anteriormente señalados”. Esto último,  significa que impartan una atención integral, que atiendan niños y niñas entre el nacimiento y la edad de ingreso a la educación y que favorezcan de manera sistemática, oportuna y pertinente su desarrollo integral, aprendizajes, conocimientos, habilidades y actitudes. Se agrega: “en caso contrario, se considerarán lugares dedicados simplemente al cuidado o custodia de niños y niñas”.

Este último párrafo, nos parece particularmente delicado y de nefastas consecuencias por las siguientes razones:

 

1)      Desde los inicios de la educación parvularia en el mundo y en Chile, a la par de los programas formales, han existido otros, los no-formales o alternativos, igualmente educativos, que han atendido a familias cuyos hijos tienen características particulares: niños en hospitales, en zonas de alta dispersión poblacional, con diversidades en sus  organizaciones sociales y ejes culturales (gitanos, pueblos originarios, etc.), e incluso, los que permanecen en el hogar. Ello, porque, por ejemplo, no es adecuado que antes del año, vayan a una Sala Cuna por el desapego a la madre,  y/o   por razones de salud.

2)      Chile tiene una larga tradición en este tipo de programas, y sus expresiones en más de 10 alternativas en JUNJI, Integra y Chile Crece Contigo, y en otras instituciones,  dan cuenta de ello, y son un ejemplo,  a nivel mundial como lo ha señalado la OEA, el Banco Mundial, UNESCO, y la O.E.I. Todas responden a los criterios señalados por la Intendencia de Educación, y tienen diseños curriculares pertinentes, seguimiento, y evaluaciones, etc.

3)      Por tanto, darles el carácter de centros “de cuidado o custodia de niños y niñas”, pensamos que es un no considerar su riqueza pedagógica, y  todo el trabajo que por años,  y por muchos equipos profesionales y comunitarios se ha hecho en torno a ellos, para brindarles una educación de calidad “muy pertinente” a grupos de niños y niñas muy especiales.

4)      Reconocemos que existen algunos programas de este tipo de gestión vecinal espontanea, que podrían responder a este apelativo, pero cada vez más se han ido regulando, para dar las condiciones básicas de cuidado y educación que merecen los niños y niñas.  Chile ha tenido una larga lucha  tratando de eliminar conceptualmente y en la práctica los conceptos de “guarderías “al cual habría que agregar ahora el de “custodia”, que señala este Dictamen.

Por lo expresado, esperamos que se reconsidere lo normado en este Dictamen en comento, considerando la realidad del país, las evaluaciones existentes,  y que el derecho de los niños es a una educación de calidad formal o no-formal, a través de sus variadas alternativas de calidad.

El segundo tema, de la reprobación transitoria  de las Bases Curriculares de Educación Parvularia presentadas al Consejo Nacional de Educación, si bien es cierto que puede responder a una forma de proceder habitual de este organismo de encontrar reparos a lo que se presenta para su mejoramiento,  preocupa por las siguientes razones:

1)      Por el tiempo previo que se dedicó a su reelaboración (tres años), y al corto tiempo (60 días)  que se tiene ahora para hacer estos “mejoramientos”. Ello, no permite lo que debería venir, una reelaboración del instrumento por parte  del equipo interno, con algunos especialistas externos (en especial curriculistas ) en un trabajo dedicado y sostenido que vele por todas las coherencias que debe tener.

2)   Si bien es cierto que algunas de las observaciones que se hacen podríamos compartirlas, como el reconsiderar las matemáticas y su ubicación en el ámbito de Comunicación, o la mayor transversalidad de algunos temas como Convivencia y Ciudadanía, hay algunas observaciones que nos parecen de especial cuidado. Ello,  porque tienden -a nuestro criterio- a seguir parcializando y homogeneizando al niño o niña y disminuyendo las libertades de los profesionales de la Educación Parvularia.

Nos referimos en particular a reconsiderar la “estructuración del período en dos ciclos, de 0 a 3 años y de 4 a 6 años”, lo que se fundamenta entre otros porque “no es coherente con la estructura que presenta actualmente el sistema chileno, que considera salas cunas, jardines infantiles y niveles de transición”.

Dejando de lado la clasificación que se hace, ya que las Salas Cunas son parte de los Jardines Infantiles, y los niveles de transición los pueden tener también los Jardines Infantiles, el riesgo mayor,  sería que ello signifique hacer una organización de los objetivos por edades, criterio que no corresponde a nivel de unas Bases Curriculares y en especial por la concepción del desarrollo infantil que hay  trae ello: lineal,  parcializada, homogeneizante.

Hoy en día, la construcción curricular de mayor avance en el mundo como en Finlandia, Nueva Zelanda, y las experiencias de Reggio Emilia, Pistoia, Barcelona, Málaga, por nombrar algunas, dan cada vez mayor amplitud en tal sentido, ya que los niños tienen ritmos y formas de desarrollo comunes y variadas,  por lo que deben ser  contextualizadas y diagnosticadas por los educadores, para ofrecerles experiencias adecuadas y flexibles.

3) También  el énfasis en señalar que se debería incluir “cómo planificar eficientemente”, introduce un enfoque tecnológico, muy lejano a las formas de planificación pertinentes del nivel  que pueden ser diversas según las modalidades que se implementen.  En Chile, ha habido siempre libertad para implementar los currículos oficiales, y  hay decenas de formas distintas  de planificar adecuadamente, según la modalidad que se adopte o cree. ( Integral, Montessori, High Scope, Personalizada,  Waldorf, de Autodeterminación, etc.)

Por tanto, esperamos que la Subsecretaria de Educación Parvularia, que conoce de estos criterios propios del nivel, tenga la fuerza para fundamentar estas decisiones ya que los argumentos existen, y a la vez, la apertura para incorporar ciertas sugerencias de mejoramiento que nos parecen válidas como todo instrumento optimizable.

A la vez, esperamos que el CNE, tenga presente las características propias del nivel y los avances en este campo, abiertos a la potenciación,  al asombro,  a “esperar lo que no se espera “reconociendo  la maravilla de lo que los niños pueden hacer, como lo planteó el especialista  inglés Peter Moss en esta semana en el Congreso más importante en el tema que se está realizando por OMEP mundial,  en Croacia.