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La lección de Claudio Bravo en la Copa Confederaciones

José Miguel infante Director Escuela de Periodismo, Facultad de Comunicaciones

Imagen foto_00000005El llamado de Claudio Bravo, capitán de la selección chilena de fútbol, a rescatar nuestra historia deportiva, plantea una inflexión que como país debemos hacer para mirarnos y preservar nuestro patrimonio e identidad cultural en las distintas dimensiones.

Bravo, con pena, apunta a la rareza de ver un Estadio Nacional vacío, sin recuerdos del Mundial del 62', de los JJ.OO. de Sydney o de lo que se ha logrado en materia deportiva. A reglón seguido, remarca la necesidad de contar con un lugar digno para entrenar, en mérito a lo conseguido en los diferentes encuentros deportivos que han puesto al balompié chileno en un lugar insigne, no sólo en la Copa Confederaciones.

En esta ocasión, el deporte ha planteado el imperativo de conservar ‘lo nuestro’. En otras oportunidades ha sido la poesía o las artes en general y, en reiteradas ocasiones, lo ha hecho el periodismo. Hoy aparece como necesidad urgente reconocernos como comunidad para cuidar a nuestra gente y preservar los espacios que compartimos, a través de políticas públicas consistentes, pero también mediante una actitud y una acción fraterna.

Las transformaciones que Chile ha tenido en las últimas décadas y, el progreso que ello ha implicado, hacen pensar que podemos dedicar esfuerzos para preservar nuestro patrimonio y reforzar nuestra identidad cultural en todas sus expresiones, como bien lo ha hecho presente el capitán de la selección de fútbol.

Gabriel García Márquez, en su novela ‘El coronel no tiene quien le escriba’, recuerda que “los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran: la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez, a modelarse, a transformarse, a interrogarse (a veces sin respuesta), a preguntarse para qué diablos han llegado a la tierra y qué deben hacer en ella”.

Parece que ha llegado el tiempo de entender que lo dicho por Bravo no es sólo una voz, sino representa un sentimiento colectivo. Ello plantea una demanda social, pero además obliga a practicar una actitud cotidiana fraterna con nuestra gente, reconocer el valor del patrimonio cultural construido como nación y preservar este legado para las nuevas generaciones, más allá de la pertinencia de este llamado inmerso en la coyuntura de una justa deportiva internacional.