
Psicóloga DAVE, Alejandra Zuleta.
Por lo general, estamos más familiarizados con los beneficios de la actividad física en la prevención y el control de enfermedades como problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares, diabetes y cáncer. Además, sabemos que ayuda a mantener la presión arterial en niveles adecuados, controlar el peso y prevenir la obesidad. Sin embargo, aunque estos aspectos son fundamentales para una buena salud y calidad de vida, no debemos olvidar el impacto tan importante que tiene el ejercicio en nuestro bienestar emocional.
En la actualidad, la vida es más cómoda, pero curiosamente, resulta más difícil encontrar tiempo y motivación para hacer ejercicio. Esto ha llevado a que pasemos muy poco tiempo en movimiento durante nuestro tiempo libre y a que adoptemos un estilo de vida cada vez más sedentario. Pasar muchas horas sentado frente a la computadora, viendo televisión o usando el teléfono puede afectar negativamente nuestra salud.
Por eso, es fundamental recordar que mover nuestro cuerpo de manera regular —ya sea caminando, corriendo, bailando, practicando deportes o haciendo ejercicios en casa o en el gimnasio— tiene múltiples beneficios. Incorporar movimiento en nuestra rutina diaria no solo ayuda a fortalecer el corazón, sino que también mejora nuestro estado de ánimo, reduce el estrés y contribuye a mantener un peso saludable.
A continuación, te comparto algunos de los beneficios que la incorporación de la actividad física en nuestra vida diaria puede tener en nuestro bienestar emocional:
Si no estás acostumbrado a hacer ejercicio regularmente, lo mejor es comenzar poco a poco. Puedes empezar limitando el tiempo que pasas en actividades sedentarias y reemplazandolo por movimientos de cualquier intensidad. Recuerda que cualquier actividad, por pequeña que sea, aporta beneficios a tu salud. Lo importante es dar el primer paso, iniciando con pequeñas dosis y aumentando gradualmente la duración, frecuencia e intensidad de tus movimientos.