
Jueves 11 de Septiembre de 2025
La actividad coordinada por la DAVE, se realizó en el Campus Vicente Kovacevic I, capacitó a actores comunitarios clave en detección temprana, acompañamiento y derivación de personas en riesgo suicida, de distintas fundaciones y universidades de la región Metropolitana. El programa también abordó acciones de postvención para reducir el riesgo de réplica ante intentos de suicidio.
El Ministerio de Salud implementó una nueva estrategia para enfrentar el desafío del suicidio en el país: el Programa de Formación de Gatekeepers, iniciativa pionera que busca capacitar a personas clave dentro de comunidades e instituciones para transformarse en agentes activos de prevención. La jornada se desarrolló los días 8 y 9 de septiembre en las dependencias de la Universidad Central de Chile, la que fue coordinada por la Dirección de Apoyo y Vida Estudiantil (DAVE), con la participación de diversos actores sociales y comunitarios.
El programa tuvo como eje central el modelo DAS (Detectar, Acompañar, Derivar), adaptado a la realidad sociocultural de la Región Metropolitana. A través de una metodología participativa y experiencial, se abordaron temáticas vinculadas a la comprensión del fenómeno suicida, la detección de señales de alerta, el uso de herramientas de evaluación como la Escala de Columbia, la apertura de conversaciones empáticas y respetuosas, la generación de planes de seguridad junto a personas en riesgo y la activación de redes de derivación hacia los servicios de salud mental.
La intervención y prevención del suicidio debe entenderse como un trabajo colaborativo dentro de la comunidad educativa. Esto significa que todas y todos tienen la responsabilidad de identificar señales de alerta, actuar a tiempo y generar acciones que permitan salvar vidas. La corresponsabilidad es clave para que la prevención sea efectiva y sostenida en el tiempo.
Otro aspecto fundamental es el vínculo con la red de salud local. Contar con información clara sobre a dónde derivar en casos de urgencia y establecer coordinaciones con profesionales tratantes —ya sean actuales o futuros— permite responder de manera adecuada y oportuna. Esta articulación fortalece la capacidad de acción ante situaciones críticas.
Finalmente, es necesario seguir concientizando a la comunidad respecto a los mitos que existen en torno al suicidio. Ideas como “si lo dice no lo hará”, “si tuvo un intento previo es menos grave” o “solo quienes tienen depresión pueden estar en riesgo” deben ser erradicadas. Romper con estas creencias erróneas es un desafío constante para promover una mirada más informada y sensible frente a esta realidad.
Uno de los aspectos relevantes de la formación fue el enfoque en la postvención, entendida como el conjunto de acciones posteriores a un intento de suicidio o a un suicidio consumado dentro de una comunidad. Estas medidas no se limitan solo a acompañar a personas cercanas al hecho, sino que también buscan reducir o prevenir el riesgo de réplica, considerando que puede haber casos de imitación o aparición de señales de alerta incluso en individuos que no tenían una relación directa con la persona afectada. Para ello, se recomienda privilegiar espacios pequeños y contenidos de conversación, más que actividades abiertas y masivas, donde se puedan aplicar herramientas como la Escala de Columbia y la construcción conjunta de planes de seguridad.
El programa enfatizó que la postvención debe extenderse no solo a los estudiantes, sino también a funcionarios y docentes, reconociendo que toda la comunidad educativa puede verse impactada emocionalmente frente a estas situaciones. Además, se subrayó la necesidad de incorporar el autocuidado de los equipos que realizan estas intervenciones, que en el marco de estas tareas debe resguardar la salud mental de sus propios integrantes, evitando el desgaste emocional y compartiendo la responsabilidad con profesionales especializados cuando corresponda.
El enfoque multiescalonado del programa (universal, selectivo e indicado) también se presentó como clave para una intervención más precisa y efectiva, atendiendo tanto al bienestar general de la población como a la atención de grupos vulnerables —adolescentes, adultos mayores, migrantes, comunidades LGBTIQ+ y pueblos originarios— y de personas que presentan señales claras de riesgo suicida.
En esta línea, el rol del gatekeeper fue destacado como un puente fundamental entre la persona en riesgo y los servicios especializados. No se trata de un terapeuta, sino de alguien cercano a la comunidad, capaz de observar cambios sutiles en la conducta, escuchar sin juzgar y acompañar con respeto, confidencialidad y conciencia de sus propios límites.
Constanze Ihl y Alejandra Zuleta, psicólogas de la DAVE, cuentan su experiencia en esta jornada formativa: “Esta instancia de formación es clave, no sólo para actualizar conceptos y brindar herramientas de aboradje a nivel personal e institucional, sino también para compartir inquietudes, intervenciones y desafios que enfrentamos en universidades, fundaciones y ONG respecto a la tematica del suicidio”
Por su parte, Claudia Morales, jefa de Beneficios y Servicios Estudiantiles, agradeció al MINSAL y a los/as asistentes por su participación en ambas jornadas, “esta iniciativa resulta muy positiva y necesaria, especialmente considerando la creciente preocupación por la salud mental y la prevención del suicidio en el país. Representa un paso concreto hacia el desarrollo de una política de salud mental más preventiva, participativa y centrada en las personas. Como institución, sin duda seguiremos participando en este tipo de instancias y, en un futuro cercano, comenzaremos a trabajar en la capacitación de estudiantes clave, lo que sin duda marcará un hito importante en las acciones de prevención”.
Con este programa, se busca generar un cambio cultural en torno al suicidio, promoviendo una mirada más empática y activa, reduciendo tiempos de respuesta ante crisis y fortaleciendo las redes comunitarias de apoyo. A la vez, se espera contribuir a la articulación de políticas públicas inclusivas y basadas en derechos, donde la prevención del suicidio se aborde de manera integral y participativa.