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Aspectos de la vida cotidiana que aportan a la calidad de vida

Por la psicóloga Constanze Ihl

Después de casi dos años completos de funcionamiento online, puede ser difícil retomar ciertas rutinas y hábitos que permitan compatibilizar adecuadamente estudio y descanso, sobre todo por el entusiasmo de experimentar por primera vez o retomar, las interacciones sociales universitarias cara a cara.

En la línea de comprender la importancia de darse tiempos para disfrutar de la vida universitaria y descansar, es que en esta columna se abordan los beneficios del autocuidado, pensando en todas aquellas actividades que contribuyen a la salud física y psicológica. Para incorporarlo a nuestras vidas y lograr la percepción de bienestar, es fundamental aprender a escuchar lo que nuestro cuerpo necesita. Esto permite identificar los hábitos que son saludables para la propia vida, para decidir o no mantenerlos en el tiempo, tanto a nivel de cuerpo, como de la mente.

Para cuidar del cuerpo debemos partir por prestar atención a la higiene del sueño, durmiendo lo suficiente para tener energía al día siguiente; mantener también una alimentación balanceada día a día; acostumbrarnos a realizar actividad física, y por cierto, evitar consumir sustancias nocivas para la salud. El ejercicio físico disminuye los niveles de estrés en el cuerpo, mejorando con ello la calidad del sueño. Además al estar haciendo algo que aporta al propio bienestar, aumenta la sensación de satisfacción personal y con ello, la autoconfianza y autoestima.

Para cuidar de la mente es importante darse tiempo en el día para conectar con las propias emociones. Una forma de llevarlo a cabo es identificar lo que se siente en un momento dado, repasando la situación vivida; el o los pensamientos que aparecieron mentalmente junto a la situación; la sensación y su ubicación a nivel físico; y por supuesto la reacción que tuvimos. Teniendo más claridad de nuestras emociones, es posible identificar lo que el cuerpo y mente necesitan en un momento dado, para alcanzar la  tranquilidad y paz mental.

Puede también contribuir a la sensación de bienestar, el recordar cosas que agraden; como lo es escuchar, ver, oler, saborear o tocar objetos que otorguen tranquilidad o que conecten con un recuerdo positivo, y darse momentos en el día para conectar con eso.

Además es bueno revisar si nuestra mente está viajando más de la cuenta al pasado (rememorando errores); pensando demasiado en el futuro (preocupándose de lo que podría llegar a suceder); o si efectivamente está en el presente, prestando atención a lo que realmente se está haciendo, pensando y sintiendo. Si la mente no se encuentra en el presente, ayudan mucho los ejercicios de relajación que conecten con la propia respiración, que ayudan a calmar el ritmo acelerado de funcionamiento al que solemos exponernos. Se recomienda pasar tiempo al aire libre y en conexión con la naturaleza, lo que facilita que el cuerpo sintetice vitamina D (que aporta a la sensación de vitalidad), y a que la mente libere neurotransmisores que generan sensación de felicidad.

Pasar tiempo en conexión con otras personas, de manera de percibir comprensión y apoyo, es también necesario para el autocuidado. Invertir tiempo con nuestras mascotas es también una opción muy recomendada, ya que aporta a la sensación de compañía en el día a día y sobre todo ante situaciones difíciles.

Como las ideas anteriormente planteadas, hay muchas otras alternativas que ayudan al bienestar propio, pero si sientes que se te hace difícil implementar el autocuidado en tu vida o bien no sabes por dónde partir, recuerda que en la DAVE cuentas con el programa de orientación psicológica y el programa terapia complementaria con Flores de Bach, donde podemos apoyarte con esta u otras dificultades.