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Mi paso por la UCEN

Escrito por Hugo Torres Arias, Egresado de la Facultad de Derecho promoción 1998, Magíster en Derecho Penal de la Universidad de Chile, Juez del Noveno  Juzgado de Garantía de Santiago.

 

 El ingreso a la Universidad constituye para muchos, como es mi caso, la consecuencia de un anhelo familiar, que considera el hecho el perfeccionamiento profesional una vía para abrir puertas en la vida. Esa institución, debe recoger ese anhelo, y responder a las altas expectativas que el ingreso a una carrera profesional significa.

Pero es mucho más que eso. Al entrar a la Universidad y calificar para ser admitido en la respectiva Facultad, el alumno adhiere a una comunidad universitaria, académica y de convivencia, que se extenderá durante toda la carrera y, sobretodo, una vez titulado al formar parte de la prestigiosa generación que egresa de esa institución.

Cada una de estas expectativas, de esos anhelos, de esa incorporación a una comunidad académica, de la que forman parte profesores y alumnos, fue ampliamente satisfecha por la Universidad Central, en mi formación personal y como abogado. Desde mi ingreso a la Universidad, la transformación intelectual y personal –lo que ahora puedo ver en la perspectiva que da el tiempo- se fue plasmando en sus cátedras, la convivencia universitaria y luego, al final, teniendo el honor de ser profesor ayudante y académico de la Facultad a la que pertenecí.

Sin soberbia, puedo decir que en mis estudios posteriores, mi ingreso a la Academia Judicial y al Magíster que curse en otra prestigiosa Universidad pública y tradicional, la marca o sello de nuestra Facultad, sus profesores y el prestigio de la Universidad Central me acompañó constantemente, verificando que el nivel de estudios y el reconocimiento que en el medio profesional y universitario nuestra casa de estudios ostenta.

Sin perjuicio de lo expresado, el cariño por nuestra Facultad radica en la potente transformación que esos años de Facultad generaron en mi persona, mi carácter y la forma en que visualizo el mundo; con libertad, tolerancia y el alto estándar académico, sumado a los lazos de afecto con compañeros y profesores que se mantienen hasta hoy. Esto me ha permitido desempeñarme laboralmente en los más altos rigores, y responder al deseo de mis padres, proyecto familiar del que solo puedo estar agradecido.