Miércoles 9 de Noviembre de 2016
Nunca había tenido tanto miedo en mi vida como en el momento que vi desde el avión que me alejaba de México, de mis amigos, de mi familia, de los tacos y de toda mi cultura que tanto amo.
Llegar a un país latino parecía fácil en cuestión de que el lenguaje es el mismo, pero Chile es la gran excepción; sin duda, pondré en mi curriculum que sé "hablar chileno". Su cultura y forma de vivir me sorprendieron, pero en especial su peculiar forma de hablar, el cómo pueden conjugar la weá en mil significados y ninguno a la vez. Afortunadamente tuve la oportunidad de estudiar en la Universidad Central de Chile y vivir en Santiago. En la parte académica, estoy totalmente agradecido por todo lo que aprendí, por los retos, por ver cómo diseñan y construyen al otro lado del mundo, por las experiencias buenas y malas, pero sobre todo, por probarme a mí mismo la capacidad que tengo frente a estudiantes de arquitectura de varias partes del mundo. Sobre la capital chilena, Santiago, no sé qué decir, es una ciudad única, llena de vida, de una cultura tan especial que ahora le tengo un gran cariño.
La experiencia de un estudiante de intercambio en Santiago es increíble. La ciudad es cosmopolita y pude conocer amigos de varias partes del mundo. Gracias a eso, tengo ahora una visión más global, al conocer cómo piensan en Colombia o en España, y poder compartir lo bello que es mi país, eso e permitió crecer.
Hablar de Chile es más que vino, nieve y pisco; Chile es majestuoso, tiene paisajes tan hermosos que puedes asegurar que estás en un sueño, gente que al final te la llevas en el corazón y, más que nada, Chile es un país donde puedes aprender, conocer, probar y amar la vida.
Eduardo de Jesús Hernández Roldán.
Estudiante de Arquitectura.
Experiencia de movilidad académica en la Universidad Central de Chile, en Santiago.