Jueves 11 de Mayo de 2017
Hay robos de autos todos los días en Santiago, es un problema común. Hoy le tocó a mi vecino. No era tarde, le asaltaron a las 11 de la noche. Tres ladrones, uno le apuntó con una pistola a la cabeza. Temía que le secuestraran. Entregó el auto justo cuando quería abrir el portón. El fin de semana anterior le tocó a un primo. Le interceptaron a las 10 de la noche en Las Condes. Salía de una cena con unos clientes del exterior. Se pararon en la calle y le apuntaron con pistolas, como en una película de acción. No dispararon, pero al retroceder chocó contra un poste y daño su auto.
Hace un mes me tocó a mí por segunda vez. Intentaron robar mi auto frente a la casa. Salí y mi vehículo estaba con el motor encendido, la ventana de atrás rota y la chapa quebrada. No lo lograron llevar, porque el auto todavía tenía una pifia mecánica de la primera vez que lo robaron con éxito. Esa vez tenía también suerte, pues Carabineros reencontró mi auto tres días después del robo. Claro, me tocó pagar los arreglos, ya que aparentemente chocaron el auto tras una persecución en un "portonazo". Tras estos incidentes, creo tener algo de experiencia con la actuación de la policía.
Lo que vi es falta de profesionalización y una confusión de roles. Al funcionario de Carabineros que estaba tomando la denuncia del vecino, le dije que ayer había pasado una persona por nuestra casa tomando una foto del estacionamiento, por eso hice el intento de memorizar su cara. También me fijé en el auto con el que había venido. Se lo conté al policía y le ofrecí mis datos y mi tiempo para hacer un retrato hablado. No tuvo interés. Pero llamó al fiscal para darle cuenta del hecho en general. Le pregunté porque hacía esto, pues no había detenidos, ni necesidad de pedir un allanamiento u otra actividad que podría perjudicar los derechos de alguien. Lo único que tenía que hacer el policía era hacer su trabajo. Este, también consiste en apuntar todos los datos de posibles testigos y tomar sus declaraciones.
A su vez, podría haber recolectado las grabaciones de las cámaras de las casas vecinas, o al menos haber hecho las gestiones para conseguirlas. Para ello no requiere de una instrucción fiscal. Pero la actuación del policía ya no me sorprendió. Cuando me robaron el auto y por suerte lo recuperaron, pregunté al oficial de Carabineros si habían tomado huellas. Me dijo que no. Le pregunté ¿por qué no? La respuesta fue que el fiscal no les había dado ninguna instrucción en ese sentido.
Me pregunto ¿Cuándo comienza el trabajo de un policía y cuando termina el de un fiscal y cómo se coordinan estos roles? Lo cierto es que generalmente ningún abogado, y eso son los fiscales, sabe levantar huellas dactilares. En cambio, hacerlo es parte de la enseñanza básica del policía. Entonces por qué tiene que esperar un policía una orden de un abogado para hacer lo que solo él sabe hacer.
No lo entiendo. Tampoco entiendo porque el policía no anotó mis datos. ¿Ningún fiscal le habrá dicho que en un juicio oral se requieren testigos? Parece evidente que hay bandas profesionales que se dedican al robo de vehículos. Se ve como una forma de crimen organizado. Pero los hechos se procesan como si fueran casos aislados. ¿Dónde está la inteligencia investigativa, estratégica, o el fiscal que ayuda a profesionalizar la labor investigativa? Existe una confusión de funciones.
Los policías no toman la iniciativa para esclarecer los hechos, esperando instrucciones de fiscales sobre temas que estos últimos no manejan. El efecto es evidente. Nuestro primo no denunció el asalto a mano armado a la policía, porque su seguro ya no requiere un parte policial para reparar el daño. Como se archivó la causa sin mayor investigación tras el robo de mi vehículo, tampoco denuncié el segundo intento de robo. ¿Para qué? Desde la perspectiva de un Estado de derecho, una pregunta preocupante. Queda por esperar cuando se archiva la causa de mi vecino.