
Viernes 10 de Mayo de 2013
Este enfoque tuvo importantes contradictores en el CONACE y otras autoridades y poderes fácticos que veían en esta forma de intervención en el barrio, una manera de promover el consumo pues no se sumaba a la propaganda oficial de: "No a las drogas" o "La droga te mata", tan clásicos en las décadas pasadas. Las tarjetas que se distribuían entre los jóvenes por las noches eran llamativas, en lenguaje simple y claro, que advertían no contra el consumo sino que con información sobre las consecuencias concretas en el abuso de su consumo y en el sexo sin protección.
Hoy, luego del informe de los ex presidentes latinoamericanos Cardoso, Gaviria, Zedillo y Lagos en el 2008 sobre las Drogas y democracia en Sudamérica, la situación es distinta. Aquel informe puso la primera piedra para cuestionar la estrategia prevaleciente a nivel internacional, impulsada y financiada por la ONU y Estados Unidos, que consistía en el objetivo de vivir en "un mundo sin drogas". Es decir, erradicar todo tipo de consumo, pues era una patología social. Sus consecuencias están a la vista: más violencia, más corrupción de las instituciones, más cárceles y más llenas, más abusos policiales, más criminalización de los consumidores, tratamiento legal indiferenciado del tipo de droga ilegal que se produce, distribuye y consume. La vida no se hizo más segura ni más grata.
Los argumentos acerca que los consumidores eran de cada vez menor edad, convocaban a los fundamentalistas a incrementar la lucha por proteger a los adolescentes de tan nefasta iniciación. Sin embargo, esa estrategia prohibicionista y también ideológica (en el sentido que promueve un tipo de moralidad) acentuó la relación entre los narcotraficantes y los potenciales compradores. A la par que los colegios evitaban hablar del tema o promovían enfoques amenazantes sobre los consumidores que se transformaron en la leyenda negra, tan negra que ningún adolescente reflexivo logró creer.
Hoy, no sólo los ex presidentes nombrados sino que también la mismísima OEA han legitimado el debate sobre la fracasada estrategia anterior y las formas que debiera adoptar la política pública en este tema. Se está promoviendo no meter todas las drogas en el mismo saco, ni a todos los componentes de la cadena (cultivador, productor, distribuidor, consumidor) como miembros de la cadena criminal; distinguir la peligrosidad de éstas y no si su situación es la legal actualmente (alcohol versus marihuana); asumir que se debe perseguir a los grandes delincuentes narcofinancieros que controlan las cadenas de distribución e inversión en paraísos fiscales y corrompen las instituciones democráticas.
El debate ha llegado al país, dejando lejos aquellas visiones maniqueas impulsadas por el Estado durante dos décadas. A problemas complejos debates más profundos y propuestas más inteligentes.
(*) Este artículo fue publicado por el periódico digital El Post en su edición del 30 de mayo de 2013.
(**) El profesor Osvaldo Torres es antropólogo, magister en historia de Chile y doctor en estudios latinoamericanos de la U. de Chile. Es Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Chile.