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Lunes 22 de Diciembre de 2014

Cómo impacta en la Salud Pública el estrés de fin de año

Por.- Nelly Baeza, coordinadora programa Salud Pública

La finalización de una etapa suele generar mayor alerta, se activa el sistema nervioso autónomo que mantiene en tensión nuestros músculos, los pensamientos respecto a las posibles salidas para este proceso  -ya sean positivas o negativas-  nos empiezan a inundar y nuestras “preocupaciones” hacen que gastemos energías.

En Chile esto ocurre junto con las fiestas de fin de año, la llegada de la primavera y el término de año escolar o estudiantil; en muchos trabajos es época de renovar contratos. Por todo esto, la familia entera se involucra en distintas situaciones que mantienen nuestra atención.

Los síntomas del estrés suelen ser insomnio, dolores musculares  - especialmente zona del cuello y espalda -dolor abdominal, diarreas, dolores de cabeza, entre otros.

Éstos pueden volverse patológicos cuando se produce: agonía emocional, una combinación de enojo o irritabilidad, ansiedad y depresión, las tres emociones del estrés; problemas musculares que incluyen dolores de cabeza tensos, dolor de espalda, en la mandíbula y las tensiones musculares que derivan en desgarro muscular y problemas en tendones y ligamentos; dificultades estomacales e intestinales como acidez, flatulencia, diarrea, estreñimiento y síndrome de intestino irritable; sobreexcitación pasajera que genera elevación de la presión sanguínea, ritmo cardíaco acelerado, transpiración de las palmas de las manos, palpitaciones, mareos, migrañas, manos o pies fríos, dificultad para respirar, y dolor en el pecho.

Cuando un grupo importante de la población se enfrenta a situaciones de estrés en un mismo periodo, esto impacta en el sistema de salud pública. Así, aumenta el uso de los servicios sanitarios con consultas por causas benignas, pero que necesitan exámenes, profesionales para hacer el diagnóstico, ya que en el caso a caso se tiene que discernir la conducta.

Por otra parte, aumentan enfermedades asociadas a excesos como accidentes de tránsito, violencia intrafamiliar, suicidios, crisis asociadas a alcoholismo, insuficiencia hepática.

Lo importante es que aprendamos a manejar el estrés; sin embargo, para ello faltan programas de manejo de estrés, talleres de relajación, aprender meditación, actividad física y alimentación saludable.

Se ha visto que personas que abusan de las comidas, alcohol y estupefacientes ven afectada su salud física a corto o largo plazo con enfermedades como diabetes, Infartos, obesidad, depresión o síndrome de fatiga crónica, lo que repercute en el sistema de salud pública.