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El otro gol de Arturo Vidal


Por Daniel Sánchez Brkic, psicólogo, académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central.

Quizá lo que resulta más sostenido de la situación del accidente que protagonizó Arturo Vidal se relaciona con el replanteo de la mirada en que como sociedad instalamos a los líderes, autoridades o personas referentes.

Y es que el accidente de Arturo Vidal no es más que eso: un accidente ocasionado por una persona que manejaba bajo efectos del alcohol causando lesiones menos graves. Hasta allí, una conducta de un joven que como tantos cometió un delito; conducta por cierto reñida con la ley.

Lo complejo de la situación deviene a posteriori: la avalancha extraordinaria de fustigaciones, condenas y hasta perdonazos que se hacen respecto de este joven pues resulta ser Arturo Vidal, un joven de 28 años, para muchos un ejemplo de como debiese surgir la ciudadanía.

Ahí aparece algo complejo para la discusión, a saber, la forma en cómo se construyen aquellas figuras que nos sirven de guia a fin de ajustar nuestro actuar a un devenir que resulte exitoso. Cuando un padre se pregunta: ¿Qué le digo a mi hijo pues está confundido con la situación que Arturo Vidal siendo líder, ejemplo y modelo a seguir, estaba borracho? La respuesta que podríamos darle a ese padre acongojado está más orientada a contra hacerle ver el cómo ha educado a su hijo: "pregúntese como usted cría a sus hijos dejándoles como una opción plausible que un joven (común y silvestre por cierto) sea su ejemplo a seguir"; más aún, un referente del que no se pueden esperar errores, caídas ni menos aún delitos. Allí, sin duda, hay una tarea pendiente como sociedad.

Otra cosa significa tratar de comprender los actos de un futbolista, exitoso, adinerado, que ha cultivado elogios a nivel mundial, pero que apenas puede salir de su trabajo, hace lo que hizo. Es como si usted saliese a almorzar en su trabajo y se fuera a beber al bar de la esquina para posteriormente volver al trabajo como si nada hubiese pasado.

Es de suponer que esta suerte de panóptico en el que habita Arturo Vidal, y el acecho correspondiente, gatilla, en aquellas conductas que observamos, algo que evidentemente las autoridades debiesen considerar.

Tal vez más profundo de esta situación se relaciona con lo que viene ahora: una revisión de nuestros ideales; una mirada profunda respecto de cómo construimos sociedad, cultura y ciudadanía; una revisión probablemente de una ley que, si bien pretende ser más eficaz, en la práctica pareciese no dar los frutos que merece (mención aparte para los casos de otro futbolista J. Herrera y M. Larraín hijo de un senador, los que cometieron delitos similares pero bajo otra ley)

Quizá hoy la dificultad que enfrente Arturo Vidal deviene de otra arista, pues se espera sea imputado por "ofensas a la autoridad", algo contemplado en el Código de Justicia Militar, en el mejor de los casos una vez más saldrá impoluto de dichos actos, será nuevamente aplaudido por 50.000 personas y seguiremos en la búsqueda de una explicación que nos permita entender cómo es que formamos a nuestros niños mirando, observando y copiando las conductas de un joven común y silvestre que aún no logra entender el sentido del trabajo, la responsabilidad ciudadana y el ímpetu de una juventud que construye un mundo nuevo.
Arturo Vidal puso en riesgo su vida y la de los demás sin detenerse a comprender cómo sus propios actos implican responsabilidad y coherencia; más que mal al parecer metió otro gol, esta vez al sistema judicial y nuestra juventud.