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Miércoles 29 de Mayo de 2013

El miedo: ¿Barrera o facilitador de la innovación?

Columna de Marcelo Lasagna, director del diploma de Gestión de la innovación pública de la Universidad Central, sobre factores que promueven la innovación.

En estos días he tenido la fortuna de entrevistar a casi dos docenas de innovadores públicos en el marco de un proyecto para diseñar un modelo de gestión de la innovación pública en ChileCorfo es el sponsor de este proyecto. De este ejercicio he recopilado un conjunto de patrones que nos ayudan a comprender qué facilita u obstaculiza la innovación en las organizaciones públicas.

Si bien sé que cada organización es un mundo, hay factores que se repiten. Un ejercicio similar hizo un amigo español con gestores públicos de ese país. Si bien la innovación es una actividad inherente a la vida y a lo humano, hay factores culturales que la inhiben. Las organizaciones privadas están plagadas de ellos, aunque la actual tendencia es a liberarse de esas barreras para hacer brotar la creatividad y la innovación en las personas. La fe de las empresas  está puesta en esos factores para ganar competitividad. Las organizaciones públicas, harto más complejas, también tienen los suyos. Reconocerlos es el primer gran paso para trabajar en la generación de una cultura innovadora.

Interesante el ejercicio realizado por Xavier Marcet con gestores públicos españoles para identificar esas barreras, aunque me extraña, desde la perspectiva chilena, que entre ellas no estuviera la legalidad. En nuestro país cuando se les pregunta a los gestores públicos que les impide innovar, la mayoría responde que son las leyes el principal impedimento a hacerlo.

Me sorprendió del estudio realizado en España la mención del miedo como una de las barreras más invocada por sus funcionarios. El miedo atenaza, sin duda. Paraliza a las personas y a las organizaciones. Les deja anclados en lo que son y hacen, sin capacidad de reaccionar. Sin ese impulso vital de cambiar aquello que nos está desasosegando. La innovación necesita atrevimiento. El miedo ahoga el atrevimiento. El miedo está vinculado también a la aversión al riesgo y al fracaso. La innovación requiere de dosis importantes de arrojo, valentía y resistencia al fracaso. Estos factores no forman parte de la cultura burocrática prevaleciente en la administración pública. Su ejercicio no demandó -ni exige- a los gestores ni atrevimiento ni riesgo. Por el contrario, lo penalizó.  El error es castigado. El riesgo puede llevar al error. Por tanto, para qué arriesgar, se preguntarán muchos gestores públicos.

En consecuencia el miedo inhibe la capacidad de innovar, de hacer las cosas de forma distinta, de tomar iniciativas para cambiar lo que hoy hacemos de una manera determinada. La cultura burocrática, sin quererlo -así creo-, instaló el miedo y con ello penalizó el riesgo y mató la innovación.  Esa es una visión del miedo. Como barrera, como obstáculo. Sin embargo, también he escuchado a otros decir que han innovado por miedo. Que el miedo no los ha paralizado, sino, por el contrario les ha impulsado a generar nuevas respuestas ante el desafío que les presiona. Sin duda que el miedo es una reacción muy humana ante los cambios en el entorno. Surge de la percepción de una amenaza. Para unos hay parálisis. Para otros hay motivación. En consecuencia todo dependerá de cómo se gestione el miedo.

Hoy la innovación pública está vinculada especialmente a la capacidad de anticipar y de adaptación de las organizaciones a unos entornos que le son cada vez más dinámicos e inciertos. La incertidumbre produce -qué duda cabe- inseguridad. Ciertamente que a unos más que a otros. Y también conlleva miedo. Así como la crisis es para unos un problema y para otros una oportunidad, y siendo la innovación la respuesta a la incertidumbre en la que operan las organizaciones -incluso las públicas- ¿por qué no puede constituirse en la manera en la que los gestores públicos superar el miedo al cambio?. El miedo hay que verlo no solo como barrera, sino como estimulo para cambiarPara adaptarse a través de la innovación, encontrando soluciones nuevas a preguntas nuevas. No hay duda que el miedo está, pero la cuestión es cómo utilizamos esa energía para innovar más que paralizarnos ante lo inquietante. Hay que saber dar respuestas, como también hay que saber cambiar las preguntas que nos formulamos. Jorge Wagensberg tiene un bello aforismo: “cambiar de respuesta es evolución, cambiar de pregunta es revolución”.

Desde mi experiencia la superación del miedo en las organizaciones está vinculada a la capacidad de liderar cambios involucrando a las personas y generando incentivos a la emergencia de nuevas iniciativas. Más innovación, menos miedo, esa es la ecuación.

Les dejo la lista de barreras a la innovación pública identificada por Xavier Marcet:

- Rigidez estructuras
- Falta de recursos
- Falta de estrategia
- Poca orientación a ciudadano/usuario
- Falta de Liderazgo
- Falta de Motivación
- Resistencia corporativista
- Políticos sin orientación a la innovación
- Intolerancia política y mediática al error
- Falta de incentivos
- Miedo
- Procedimientos muy inerciales
- Mala gestión de talento. Poca meritocracia
- Cultural inercial y burocrática

Esta columna de opinión fue publicada en el Portal Innovación en el enlace http://www.innovacion.cl/columna/el-miedo-barrera-o-facilitador-de-la-innovacion/