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Miércoles 24 de Agosto de 2016

Programa KiVa contra el Bullying:¿Utopía o posibilidad real?

Psic. Luis Alemán Rodríguez, Facultad de Ciencias de la Educación Universidad Central de Chile

La problemática de la violencia escolar como tema trascendente, se ha venido instalando de manera progresiva en las discusiones y debates respecto a la educación y la calidad de la misma, aun cuando muchas veces la temática se invisibiliza para dar paso a otras que resultan de mayor interés en un contexto social donde, a pesar del discurso, se continúan priorizando contenidos que poco se relacionan con temas directamente vinculados a la Convivencia Escolar.

Como todas las relaciones de violencia, el Bullying está anclado en los significados culturales que la sociedad ha elaborado para hacer valer valores que se encuentran muchas veces instalados en la conciencia colectiva. Desde esta perspectiva, la violencia escolar no es sólo un fenómeno que se origina y desaparece en las aulas de clases; es más que eso, es por sobre todo el espejo y representación del tipo de sociedad que hemos construido, de la cualidad de las relaciones humanas que hemos entretejido y enseñado a replicar, y, desde la perspectiva de la política pública, de las ausencias o vacíos respecto a cómo se había estado abordando hasta ahora el problema.

Frente a tal realidad nacional, nos llega desde Finlandia la noticia acerca del impacto positivo del llamado Método KiVa (acrónimo de Kiusaamista Vastaam y que significa acoso escolar). En realidad se trata de un Programa implementado en la Universidad de Turku y totalmente financiado por el no casualmente llamado Ministerio de Educación y Cultura.

Una característica esencial es que el Programa se instala como parte del Currículo en tres etapas esenciales del desarrollo: a los 7, 10 y 13 años con un total de 20 intervenciones o clases que se conforman como una asignatura más que aborda la educación de categoría des valor tales como el respeto y la solidaridad.
Otra característica es que la intervención se centra fundamentalmente en uno de los tres actores esenciales que componen la tríada que identifica al Bullying: los observadores, con el objetivo de convertirlos en protagonistas de la experiencia vivida apoyando a la víctima desde una postura de activismo solidario.

A pesar de lo tentador que resulta este método, su implementación resulta cuestionable en nuestra realidad.
Como se ha señalado, las políticas en educación, de manera ascendente han ido considerando este problema pero aun no con la importancia y seriedad que lo requiere. El campo de acción de la convivencia escolar representa un ámbito nuevo al cual se han abierto los establecimientos educacionales, pero se han abierto desde una lógica muy diferente a la que sustenta el método KiVa.


Primero porque el apoyo Ministerio de Educación solo llega a propuestas globales que, desde lo que conozco, no trasciende a un apoyo económico que haga viable un proyecto de tal magnitud.


En segundo lugar, no existe la clara voluntad política de instalar en el Currículo nacional una asignatura que se haga cargo del desarrollo moral de nuestros niños y niñas, de modo tal que se trabaje a conciencia y con responsabilidad la creación de valores que fundamenten las bases de una convivencia pacífica.


Por último, no existe una política de estado que aborde el fenómeno de la convivencia escolar desde una perspectiva estatal y en su lugar, el Ministerio de Educación solo elabora los Planes y Programas, que se constituyen como pautas generales a partir de las cuales, cada establecimiento elabora su propio Manual de Convivencia según su propia realidad, pero... y aquí viene el gran pero... en la mayoría de los casos dicho Manual es elaborado por los directivos, terminando en un Reglamento de Convivencia donde se postulan normas que no son construidas por la totalidad de los actores de la Comunidad Educativa y que por ende resultan en su mayoría percibidas como arbitrarias, fundamentalmente por los estudiantes ya que solo son significantes carentes de sentido para la generación actual.


Entonces surge la pregunta, ¿será viable la implementación del Programa KiVa en nuestra realidad actual?
Aún queda camino por recorrer para llegar a un desarrollo de la conciencia social, que desde una proyección latinoamericanista, nos brinde una base pedagógica que nos permita implementar Programas como el finlandés. Mientras tanto seguimos trabajando en esa dirección.


Como dice Borges... "La existencia es una construcción ideal, subjetiva, de tal manera que cada hombre se puede constituir en "soñador" (creador) de su propia realidad". Hagamos entonces, el recorrido inverso, hasta convertir en objetiva esa realidad que deseamos.