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Violencia escolar y Aula Segura: ¿una solución pedagógica?


Académico Facultad de Ciencias de la Educación, U.Central

En días pasados, un canal de la Televisión dio a conocer los resultados de una encuesta efectuada por la Universidad Católica de Valparaíso a estudiantes de Enseñanza Media donde queda reflejado que el 84 % reconoce haber violentado de diversas formas a las profesoras y profesores de sus establecimientos. Con un mes de antelación, la Seremi de Educación de la Región Metropolitana, señaló que el nivel de violencia en las Redes Sociales se había incrementado, de un 55% en el año 2015 a un 75% en el año en curso con especial prevalencia hacia las mujeres.

Nótese desde ya, que los nombres que se adjudican, tanto al fenómeno Violencia Escolar como su supuesta solución Proyecto Aula Segura emergen desde las ciencias de la Pedagogía. En consecuencia, surge la inevitable pregunta: ¿Por qué, si hablamos de Violencia en contexto educativo y se propone como solución un Proyecto denominado Aula Segura, el contenido del Proyecto, se limita a la reducción de los plazos que disponen los directivos para expulsar del centro al estudiante que se constituye como expresión objetiva de una Violencia que lo trasciende como persona y que es solo la punta del Iceberg de una problemática social mucho más profunda que no logramos captar a simple vista, y que va más allá de las imágenes y noticias editadas, donde, como ocurre frecuentemente, se intenciona una visión preconcebida?

En los últimos meses, aflora en los medios de comunicación la violencia que se genera al interior de las Instituciones Educativas. Esa Violencia Directa es la más visible, la que impacta nuestras mentes de forma más abrupta y que tiene mayor repercusión en la población por el carácter que tiene en sí misma y porque es la más difundida en los medios de comunicación. Pero existe una Violencia Estructural, muchísimo menos visible, que proviene de aquellas instituciones que gestionan el poder de manera arbitraria y abusiva. Ambas formas de violencia son muy dañinas, solo que, insisto, la primera es la más visible y la de mayor impacto y por ende, la más fácil de percibir.

Lo común, en ellas es que en su centro se encuentra el ser humano, con limitaciones, pero también con muchas potencialidades, entre las que está la de aprender a gestionar sus conflictos a través de la No Violencia para lo cual es imprescindible el respeto a la dignidad de la Convivencia humana, cualquiera que sea su status y rol que desempeñe en la sociedad.

Por tanto, el llamado es a resignificar el sentido y compromiso político que se pone en el acto educativo. Se trata de un llamado a acabar de aceptar lo que todos sabemos, que todo acto educativo es un acto político y que es en el contexto educativo donde se logra subvertir los modelos que como sociedad tenemos a la hora de gestionar la Convivencia en todo espacio. En este sentido, debe tenerse una clara conciencia de la necesidad de generar aprendizajes tanto en niños como en adultos que incluyan el autoconocimiento desarrollando un concepto de inteligencia integral que incluya y fomente todas las inteligencias; Emocional, Abstracta, Ética y Espiritual, ya que para convivir y desarrollarse sanamente con otros debemos aprender no sólo contenidos sino también acerca de cómo somos, quiénes somos, y en qué lugar de nuestra vida nos encontramos y para que esos contenidos se pongan al servicio de fines trascendentes que se reflejen en los avances que como seres que habitamos esta bella tierra , merecemos.

Hace unos días, escuché a un Pedagogo de experiencia decir: Los problemas pedagógicos deben ser afrontados desde propuestas de solución pedagógicas. Podemos decir que dentro de la estructura curricular se deben contemplar contenidos que favorezcan el desarrollo armónico de las inteligencias antes mencionadas. Se trata de una batalla difícil en tiempos neoliberales, en una sociedad que según el filósofo coreano Byung Chul Han se encuentra en un complejo tránsito de Sociedad Disciplinaria a Sociedad del Rendimiento. Pero este es un reto Social que debe ser liderado por los especialistas en educar, los Pedagogos, este no es un desafío que se gana en la calle o que se puede transferir de un Centro Educativo a otro.

Este desafío, se gestiona al interior de las instituciones educativas con acciones y propuestas que favorezcan la práctica profesional docente y con voluntad...con mucha voluntad política país encaminada al reconocimiento social y al respeto que merece el educador.