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Jueves 27 de Abril de 2017

Síndrome de Down y la exclusión social

Solange Barría y Carolina Valenzuela, docentes equipo PRUFODIS, Universidad Central de Chile

Continuamente somos testigos de actitudes sociales que limitan la inserción de colectivos en situación de vulnerabilidad y exclusión. Decimos ser una sociedad diversa y diferente, pero prevalece la intolerancia y la homogenización, esta última centrada en una mirada médica y reduccionista que no deja ver las capacidades.

En esa línea, la Universidad Central de Chile ha instado por la inclusión de estudiantes a través del Programa Universitario de formación socio laboral para personas en situación de discapacidad intelectual (PRUFODIS) y sobre la idea de volver a conectarnos con la visión de que cada uno desde su propia individualidad e independiente de las circunstancias, es capaz de realizar lo que se proponga. Es un real y tangible “se puede”.

En PRUFODIS, participan estudiantes que demuestran cada día lo capaces que son, lo relevante se centra precisamente en la provisión de apoyos para que en su caminar, se les facilite el acceso y participación en diversos contextos. Pero qué ocurre con niños y jóvenes con síndrome de Down que no han recibido los apoyos a lo largo de su vida y que llegan a tener que visualizar una vida futura sin mayores oportunidades o proyecciones, como el caso de aquellos que viven en residencias o asisten a espacios segregados y que aún no participan ni siquiera de su entorno comunitario más próximo.

Debemos comprometernos a crear mayores oportunidades de pleno acceso y goce de derechos para las personas en situación de discapacidad, somos testigos de jóvenes veinteañeros con los mismos derechos y deberes que cualquier persona, logran desplazarse solos por donde quieran, que a pesar de que ciertas habilidades, aparezcan un tanto disminuidas, según los criterios de la “normalidad”, logran ser autónomos funcionalmente con los apoyos adecuados. Los desafíos son mayores, necesitan respuesta y un acompañamiento claro que apunten a meditar como sociedad ¿Qué decir ante el deseo de los jóvenes de unirse, vivir una vida independiente y sentirse realizados por lograrlo? Hacia allá se encamina nuestra apuesta.

Por otra parte, Las creencias erróneas hacia las personas con Síndrome de Down nos llevan a adoptar una actitud de indiferencia, que se evidencia en la exclusión y discriminación, lo que repercute también en la inserción laboral de este colectivo.

Vemos ejemplos dignos de destacar en la promoción de los jóvenes con Síndrome de Down, ejemplos de titulados en carreras técnicas, activistas en Europa que participan en el parlamento, chicas destacadas en el mundo de la moda, entre muchos otros.

Por tanto, invitamos a reflexionar sobre la valoración de las diferencias individuales y no en las limitaciones que suponen una barrera para el desarrollo de sus habilidades y el pleno derecho a vivir en una sociedad con igualdad y no en una basada en el igualitarismo. ¿Qué aporte hacemos cada uno de nosotros en nuestro día a día para que esto así ocurra?