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Miércoles 4 de Septiembre de 2019

Sin mirar el horizonte / Columna del profesor Luis Riveros, decano de la Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones

Se discutió con celeridad debido al afán de mostrar políticas “progresistas” sin importar mucho sus reales consecuencias. La “gratuidad” instaurada para la educación superior nunca se discutió en el contexto de aquellas cosas que se dejarían de abordar con los mismos recursos. Evaluado este punto en el tiempo, la “gratuidad” envuelve más de US$480 millones, lo que es casi tres veces lo que se invierte en Subvención Escolar Preferencial, recursos que ayudan a preparar efectivamente a la juventud que más tarde buscará el éxito en la educación superior. Además, nunca se presupuestó que habría fracasos y que la repitencia de cursos podría llevar a extender las carreras precisamente para los estudiantes más desventajados. Se siguió adelante sin reflexionar ni escuchar las voces de alerta.

También se advirtió que muchas instituciones que adhirieran al sistema pasarían por severos problemas de financiamiento, ya que las mismas deben cofinanciar en forma importante la “gratuidad” que concede el Estado. Hoy en día los rectores requieren que no se siga extendiendo la cobertura de la gratuidad, así reconociendo que las instituciones han debido sacrificar en demasía cuestiones relativas a calidad, para así poder enfrentar el requerimiento que impone la “gratuidad”. Se deben sentir, además, presionados por la necesidad de que los estudiantes con régimen de “gratuidad” no repitan los cursos, cosa que va en la misma línea de los requerimientos para la acreditación que demandan reducidos niveles de deserción o tiempos adecuados de titulación, independientemente del contexto académico en que se desempeña la institución, y el nivel socioeconómico y preparación previa de los estudiantes.

Cuando ya no hay marcha atrás posible, se pide más moderación y conciencia sobre los gastos que envuelve la “gratuidad”; lo requieren actores que no la cuestionaron y que están hoy día sometidos a sus inefables designios en pro de menor calidad y sacrificio de recursos.

Igual, más adelante, nos preguntaremos dónde están los recursos necesarios para financiar la necesaria educación preescolar y la faltante educación básica y media de calidad con que Chile no cuenta. La respuesta estará en las decisiones tomadas hace algunos años, inspiradas fuertemente en un afán progresista pero teñido de tradicionalismo en los instrumentos y que nunca observó el horizonte hacia mejores proyectos alternativos.

Fuente: Diarioestrategia.cl