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Viernes 3 de Julio de 2015

Pablo Rojas Bolvarán: sobre la "politización de la ciudadanía"

Por Pablo Rojas Bolvarán director (i) del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (CESOP) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Chile.

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La entrega de los resultados del Informe de Desarrollo Humano en Chile 2015, nos muestran un desplazamiento interesante respecto a la voz de la ciudadanía. Dentro de los hallazgos más importantes se encuentra el tránsito de una sociedad civil con poco interés en la política, hacia una que no sólo observa de manera más crítica la sociedad que habita, sino que promueve desde "su opinar", una batería de cambios estructurales que apuntan a la creación de un nuevo modelo social. A este fenómeno de diálogo, el Informe le ha denominado la "politización de la ciudadanía".

Sin embargo, hay que poner en perspectiva los resultados. Sí, somos parte de una ciudadanía vociferante y empoderada, pero con baja asociatividad y participación. Esta situación, frente a un sistema político que se muestra sensible al malestar del entorno, pero no dispuesto a una apertura sistémica real, hacen inviable de por sí, una posibilidad concreta de cambio para nuestra democracia.

La politización ciudadana tiene sus bemoles. Los datos arrojados por el Informe advierten una tensión entre la valoración de las decisiones participativas y la disposición a involucrarse en ellas a través de prácticas concretas. Vale decir, nos encontramos ante una ciudadanía molesta, que grita, que exige, pero que no participa asociativamente en la consecución de los cambios, actúa fuera de los cánones tradicionales de la institucionalidad y se expresa a través de un rechazo y una desconfianza a los actuales mecanismos de poder.

Este "descentramiento político" del que somos testigos, tiene una particularidad especial, y es que no incide en el centro de la toma de decisiones y eso es clave.

Respecto a esto, no podemos olvidar las lecciones que nos han dejado otras experiencias. Los cambios estructurales no pasan simplemente por un entorno "favorable al cambio", sino también por cuánto está dispuesto el sistema político y las elites a dejarse permear por estas demandas. No en vano, la teoría social nos ha enseñado que ser sensible al entorno, no es igual a ser susceptible a él; y al respecto, el sistema político ha dado cátedra innumerables veces de cómo ser resistente y perdurar. Si no, preguntémosle a nuestros amigos de medio oriente, que bajo las luces de la primavera árabe, vaticinaron un época llena de cambios estructurales, pero que sin embargo, hoy se encuentran en los mismos laberintos político/religiosos de antaño, teniendo que conformarse como en un acto sacrificial, sólo con la cabeza de Mubarak. Es de esperar que dicha sed de ofrenda sacrificial, no se vuelva nuestra moneda común de cambio en Chile.