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Jueves 23 de Octubre de 2014

Ernesto Silva hipoteca renovación UDI con defensa de Labbé pero logra fuerte respaldo interno

El Mostrador

Imagen foto_00000001Hizo exactamente lo contrario a lo que prometió al asumir las riendas del gremialismo: que el recambio generacional que implicaría su conducción sería más profundo que un mero asunto relacionado con el número del carné de identidad. Dicen que era necesario, que con la visita al coronel (r) Cristián Labbé el día que fue arrestado, a lo que apostó el presidente de la UDI, Ernesto Silva, fue a la cohesión interna, al aplauso de las huestes propias y a aglutinar apoyo en torno a su gestión, incluso de sus críticos, aunque con eso haya hipotecado la apuesta por separar al partido de su pesada herencia con la dictadura militar.

El lunes, solo unas horas después de la detención, el presidente UDI llegó acompañado del secretario general, Javier Macaya, hasta el Comando de Telecomunicaciones, donde fue recluido Labbé. En todo momento, Silva recalcó que era una visita “humana”, pero en el propio partido reconocen que dicho gesto genera una “señal bastante confusa” con el discurso que la mesa había enarbolado, considerando que al ex edil de Providencia se le acusa del delito de asociación ilícita y violaciones a los Derechos Humanos en el Regimiento de Tejas Verdes.

En mayo, a poco de asumir las riendas del partido, Silva dijo en público, no una sino varias veces, que los “aspectos negativos” del régimen de Augusto Pinochet “nos duelen”, apuntó a una suerte de mea culpa del gremialismo en materia de DD.HH. plasmado en el documento “La Paz Ahora”, que fue elaborado por la colectividad, el senador Jaime Orpis y algunos familiares de detenidos desaparecidos de Pisagua. “Es un proceso genuino de reflexionar sobre los dolores de Chile, esa posición está marcada, está planteada y nosotros queremos mirar hacia adelante”, afirmó en esos días el timonel UDI en el programa de TVN ‘Estado Nacional’. Y remarcó que él nació después del Golpe y que no alcanzó a votar para el plebiscito de 1988.

No se quedó ahí, Silva precisó en dicho programa que “la UDI ha hecho un planteamiento nítido sobre el pasado, lo que tiene que ver con las posiciones de DD.HH.; es más, no quiero que nunca más haya un quiebre institucional”. Por esos días aún resonaba en la derecha la separación de aguas que hizo el Presidente Piñera dentro del sector al hablar de “los cómplices pasivos” de la dictadura de Pinochet.

No era el único que apuntaba en esa línea política en el partido. Aún está abierto el tema de la revisión de la declaración de principios de la colectividad, donde expresamente se apoya al Golpe Militar del 73 y la dictadura, lo que abrió un fuego cruzado al interior de la UDI, y se suma la declaración pública que sacó la juventud de la tienda para este último 11 de septiembre, llamada “La atrocidad y la operación de salvataje”, difundida en distintos medios de comunicación.

La declaración hablaba de una “natural distancia generacional a los hechos ocurridos en nuestro país desde fines de los años 60”; señalaba, además, que querían abordar de manera “más objetiva” la historia y que una serie de factores y hechos “hacen entender el actuar de las FF.AA.” en septiembre de 1973. Pero la gran diferencia con otros discursos anteriores en la UDI está en el párrafo siguiente, donde precisan textualmente que “hoy también queremos decir con fuerza que no hay contexto alguno que justifique la violación a los Derechos Humanos que se produjeron con posterioridad en el régimen de Pinochet. Hoy queremos dar una señal de consecuencia hacia la protección ypromoción de la dignidad humana y sus derechos de manera incondicional, sin justificaciones económicas, institucionales o históricas”.

En otro párrafo, la declaración de la juventud UDI agrega que “no hay atrocidad que se justifique, por muy grande que sea el salvataje… Finalmente ¿con qué se queda la historia?, ¿con qué se queda la memoria?, ¿con qué se queda la cultura? La naturaleza humana siempre condenará los atropellos a la dignidad por sobre la justificación de salvatajes económicos, o sociales…”.

Todas esas señales quedaron en entredicho con la imagen de Silva y parte de la mesa directiva saliendo del Regimiento de Telecomunicaciones, criticando abiertamente al Ministerio del Interior por esta causa, de la cual es parte.

En el seno de la UDI algunos confiesan que esperan que efectivamente el episodio de Labbé sea solo eso, un hecho aislado y que no signifique un retroceso del partido en esta área de renovación, porque “sería un error profundo”. Precisan que el timonel Silva ha hablado con algunas connotadas figuras del partido, a quienes les ha asegurado que no había un mensaje político en la visita, sino sólo una motivación “humana” y de solidaridad”. También acotan que era inevitable que otros miembros de la mesa con más sintonía generacional e incluso amistad con Labbé, como Domingo Arteaga, concurrieran a visitar al coronel, y ante ese escenario Silva optó por encabezar la foto y evitar suspicacias.

Pero no lo ven así en el resto de la derecha, donde fue evidente el silencio del sector ante la detención de Labbé, a quien ayer la Corte de Apelaciones de San Miguel le ratificó la libertad condicional previo pago de una fianza de 500 mil pesos. RN, Evópoli y Amplitud no fueron a visitar al coronel (r), no abogaron por su inocencia ni tampoco han cuestionado las decisiones de los tribunales.

Esa es la línea de separación que hay en la derecha: el tema de los derechos humanos y la dictadura, ítems respecto de los cuales el resto de la Alianza efectivamente separó aguas. Es más, hablan de una incoherencia de la UDI entre sus declaraciones previas y sus actos y que lo que sacó en limpio con este capítulo –recalcaron en RN– es quedar “una vez más donde siempre se le ha ubicado, en la vereda de la dictadura”.

No son los únicos que lo ven de esta manera. El decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central, Marco Moreno, explicó que la decisión de Silva “arrastra al partido al desperfilamiento de la estrategia impulsada por parte de los coroneles (Pablo Longeira y Andrés Chadwick, entre otros), que habían levantado durante los últimos años el discurso de la UDI Popular, esa que tomaba distancia de los excesos de la dictadura y cuyo hito clave lo marcó el mea culpa de Joaquín Lavin el 2006”.

Para el analista, es ese proyecto de una UDI popular “el que queda en entredicho e instala, una vez más, las dudas respecto a la apuesta de crecimiento hacia el centro político a partir de una centro derecha moderna”.

EL FRENTE INTERNO

La visita a Labbé fue una decisión que se conversó en el seno de la mesa directiva y fue considerada una señal para las huestes del gremialismo. Tal como lo dijo Silva el lunes, el coronel (r) fue por cuatro períodos alcalde del partido, es militante y afirman que su esposa, Bárbara Coombs, es “muy querida” en las filas de la UDI.

Comentan desde la sede de la calle Suecia que no hay críticos internos al gesto de Silva con Labbé, al contrario, que con esto aplacó y alineó el flanco interno, que en lo que lleva como timonel le ha sido complejo, con cuestionamientos a su inexperiencia y que tomaron nuevos bríos cuando estalló el caso Penta, dada su estrecha vinculación con dicho grupo económico y su lazo familiar con uno de los principales involucrados, Carlos Alberto Délano.

Todo indica que precisamente mantener controlado y alineado el frente interno ha sido uno de los objetivos de Silva las últimas semanas, marcadas por los coletazos de la arista política del caso Penta y las eventuales boletas “truchas” a las campañas de connotadas figuras del gremialismo: Laurence Golborne, Pablo Zalaquett y Jovino Novoa. Es un capital político valioso si los vientos del Pentagate soplan aún más fuerte contra la UDI en los próximos días.

En esa línea se enmarca –reconocen en el partido– todo el despliegue que significó la cena de aniversario por los 31 años de la fundación de la UDI, en la forma y en el fondo, apelando a una característica muy propia de esta tienda, que es la de tender a la unión interna, casi cual regimiento, cuando se sienten atacados externamente.

Precisan que Silva jugó bien sus cartas esa noche, convocó, aglutinó, acudió a un discurso que casi era con “pintura de guerra” y, al final, logró capitalizar un respaldo cerrado a su gestión, el que esta semana es reafirmado –agregan– con la visita a Labbé, que le ha permitido incluso arrimar a los más distantes a su mesa directiva.

En la derecha dicen que la apuesta de Silva es clara: resguardar el voto duro de la UDI, asegurarlo, ese mismo que durante la administración de Sebastián Piñera se vio casi traicionado respecto a varias de las banderas del sector, incluyendo lo que fue la conmemoración de los 40 años del golpe militar.

Fuentehttp://bit.ly/1vTaEct