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Viernes 26 de Abril de 2013

Elección presidencial: conducta electoral y estudios de opinión pública

Por: Andres Llanos Silva Director CESOP FACSO/UCEN(*)

Imagen foto_00000005El  2013 debuta en la elección presidencial  la Ley de Inscripción Automática y Voto Voluntario para todos los chilenos(as) mayores de 18 años, hecho inédito en nuestra historia ciudadana, que pone como tema de reflexión y estudio,  el comportamiento electoral de la población. En el nuevo escenario, el comportamiento electoral de la ciudadanía se convierte en una incógnita, cuyo primer atisbo se tuvo en las recientes elecciones municipales de octubre del año pasado, signadas por una alta abstención. Si aquello es síntoma de desafección política permanente es una incógnita aún por develar.

Adicionalmente, la contienda electoral que permitirá elegir presidente(a) de la República para los próximos cuatro años ocurrirá en un contexto de efervescencia social y grandes movilizaciones. Las décadas pasadas, en que se inició el proceso de restablecimiento democrático, las elecciones estuvieron marcadas por el optimismo derivado de una sensación de progreso y modernización del país, avalados en un crecimiento sostenido de la economía.

Hoy, para la población se ha hecho evidente que crecimiento no es sinónimo de desarrollo, reconociendo que es una condición necesaria pero no suficiente para mejorar su calidad de vida.  Chile a  pesar del reconocido buen rumbo de su economía, exhibe una de las tasas más altas de desigualdad social del mundo. Ello se expresa en los más recientes estudios de opinión, que delatan como una inquietud fundamental del electorado nacional  el tema de la distribución de la riqueza.

El optimismo de décadas pasadas dio paso al desencanto, derivando en un salto cualitativo hacia  la movilización social,  expresión de consciencia crítica respecto del modelo que ha inspirado la orientación de los gobiernos post retorno a la democracia. Los estudiantes han sido vanguardistas en este proceso crítico, porque la demanda por  educación  de mejor calidad y gratuita interpreta el anhelo de la gran mayoría de  las familias chilenas. Los portuarios, trabajadores del cobre o pobladores afectados por problemas medioambientales, también se han  movilizado. Pero esas manifestaciones han estado limitadas a contextos geográficamente localizados o expresivos de intereses específicos.

El movimiento estudiantil, en cambio,  al articularse con la CUT, el Colegio de   Profesores y  múltiples organizaciones, ha logrado  una fuerza  y  tremenda capacidad convocatoria y movilizadora.

En este contexto se afronta una elección presidencial en que los  candidatos(as) deben pronunciarse frente a las demandas de una población insatisfecha. La percepción que de ellos se tiene y el grado de credibilidad que logran en la ciudadanía, son  medidos con permanentes encuestas de opinión pública.

El impacto de la difusión de resultados de encuestas electorales  en la conducta de los votantes, así como el análisis  de los cambios en las preferencias de voto, reflejados en el transcurso de una campaña presidencial,  son  temas sociológicos de la mayor relevancia. Las investigaciones empíricas registradas al respecto revelan  que, cuando las personas ya han adoptado una decisión de voto, esa decisión tiende -salvo situaciones excepcionales-  a mantenerse. Se constata  en ese segmento de la opinión pública  el desarrollo de percepciones selectivas sobre la materia; por lo cual  las personas que están en esta categoría procesan información   que les ratifica la decisión adoptada, sea ésta la que se inclina por algún(a)  candidato(a) determinado como también por quiénes se restan del proceso y deciden votar en blanco, anular el voto o, simplemente, no votar.

Las características de esta conducta se explican porque las personas evitan disonancias cognitivas y, por ello, no procesan información contradictoria sobre un mismo suceso. Sobre la base de esta teoría  resulta comprensible asumir que la información referida a los candidatos(as) que la gente ha decidido no apoyar, se procesa e interpreta en el sentido que confirma las ventajas de la propia opción y descalifica la opción no deseada. Más aún, muchas personas van más lejos y deciden no  leer ni escuchar mensajes que no les ratifiquen su decisión y -por tanto- no perciben información de candidatos ajenos a su preferencia.

Sin embargo, hay un porcentaje de personas que no declaran intencionalidad de voto en los sondeos de opinión pública, y que configuran un contingente significativo, el cual -a veces- puede decidir el resultado de una elección. Este segmento constituye la verdadera población objetivo de las distintas candidaturas y sus respectivas campañas, ya que puede inclinar la balanza en una u otra dirección.

Las investigaciones que estudian la conducta electoral y el impacto que provocan los resultados de las encuestas políticas aunque, en estricto rigor, no son concluyentes, permite advertir tres situaciones: La más habitual es el llamado  efecto bandwagon, concepto referido, en el ámbito de la opinión pública y la persuasión, a que en el transcurso del proceso electoral y acentuado en la última fase -cuando ya está próxima  la elección- la gente manifiesta su intencionalidad de votar por la candidatura que, en la opinión pública, aparece como mayoritaria. No obstante, también hay evidencias de un efecto contrario, que se conoce como el efecto underdog, en que en el mismo proceso, la gente muestra simpatía por la posición que aparece minoritaria en las encuestas, aún estando consciente que es una candidatura que va a perder. Este voto es afectivo, de lealtad simbólica y testimonial, poco frecuente en períodos donde el pragmatismo impera.

Otros estudios  muestran que las encuestas de opinión pública y la difusión de sus resultados  no tienen ninguna incidencia en la modificación de las intencionalidades de voto, pero ciertamente son minoritarias, pues la mayor parte de los estudios realizados ha establecido la ocurrencia de algunos de los efectos mencionados, cargándose más las evidencias hacia el apoyo a las mayorías.

Ciertamente, el primer efecto es más predecible cuando existe mucha distancia  entre una candidatura que acapara las preferencias y el resto;  en tanto el segundo efecto, es más frecuente cuando las distancias son menores entre dos opciones electorales.

Lo fundamental para convencer a los votantes no politizados e indecisos indican los estudios conocidos- es transmitirles seguridad y aparecer creíble, siendo auténtico.  Generalmente, los indecisos no responden a un perfil de posturas extremas, por lo cual no son proclives a lenguajes exacerbados ni a descalificaciones personales.

Las agresiones a otros candidatos, enfervorizan a los seguidores que ya tienen decidida su opción, pero no ganan adeptos en la población objetivo de una campaña electoral.

Para resultar creíbles, en un país con la cultura democrática que tiene Chile, parece aconsejable  no caer en promesas de grandes realizaciones, sino exponer cómo serán logrados los objetivos de campaña. El descrédito de la clase política en el Chile actual,   graficado juicios tales como: se acuerdan de la gente sólo en período de elecciones  o siempre prometen y no cumplen, configura un marco de referencia que las candidaturas no pueden soslayar.

Por último, para ganar credibilidad el marketing político aconseja a los candidatos  mostrarse como  son, evitando cambios de estilos a última hora, vestuarios inusuales o  participar en actividades a las que no están acostumbrados y en las que se perciba su incomodidad. Se suele  creer que con ello, los candidatos se acercan más a la gente y logran identificarse con los potenciales electores, pero desde la perspectiva del ciudadano eso es percibido como un artilugio instrumental de muy baja credibilidad, un tanto caricaturesco. A la inversa, experiencias electorales recientes, tales como la estrategia de campaña para la reelección de Obama en Estados Unidos, muestran que  gana más adhesión y respetabilidad  quien se muestra sin subterfugios,  aunque ello marque diferencias con la forma de ser y actuar del ciudadano común.

Resulta que en los procesos electorales, como  en casi todas las cosas de la vida, la autenticidad es una llave natural para las grandes victorias y realizaciones.


(*)  AnImagen foto_00000001drés Llanos Silva es sociólogo de la Universidad de Chile, con estudios de magistratura en Educación, mención Gestión Educacional, en Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y mención Docencia Universitaria, en la Universidad Miguel de Cervantes.    También tiene   estudios   de doctorado no concluidos,  en  Psicología y Educación, de la Universidad de Granada.

En el plano académico, ha sido profesor de Metodología de la  Investigación en  la U. de Chile y de Sociología de la Educación en U. de Playa Ancha. También se ha desempeñado  en la U. Arcis, Diego Portales, Santo Tomás y Miguel de Cervantes.

En el plano gremial, ha sido Presidente del Colegio de Sociólogos de Chile A.G.

Hace 11 años es académico de la Universidad Central de Chile  y actualmente es el Director del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (CESOP) de esa casa de Estudios.


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