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Miércoles 20 de Abril de 2016

El milagro chileno

Por: Patricio Valdés Fuentealba.
Abogado Universidad Central de Chile, Magister Derecho Privado Universidad del Desarrollo, Máster en Derecho Empresarial y Doctor © en Derecho Universidad Autónoma de Barcelona.
Ex Decano (I) Facultad de Derecho Universidad Uniac y Universidad Central de Chile.
Profesor Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Universidad Central de Chile.


Para quienes hemos tenido la oportunidad de viajar, nos resulta un orgullo y satisfacción que en diversas latitudes se alcen voces para alabar nuestra economía, la seriedad de nuestras autoridades, la infraestructura heredada del Presidente Lagos y el crecimiento económico sostenido durante las últimas décadas.

A medida que recibimos ese reconocimiento también existe otra voz, la interna, que nos trae de regreso a nuestra realidad, esa que las cifras macroeconómicas esconden, maquillan o simplemente ignoran. Esas cifras que hablan de las interminables jornadas laborales, de los eternos desplazamientos que, a lo menos en la capital, nuestros trabajadores deben cubrir para llegar a sus puestos de trabajo, sacrificios que para la mayoría de los chilenos son retribuidos con no más de $300.000 mensuales.

Todos sabemos que con esa remuneración la vida es compleja, nuestro país se ha convertido en una sociedad cara, la vivienda, transporte, educación, vestuario, salud, entre otros, resulta difícil de cubrir con esos exiguos $300.000.

La realidad de las regiones y sectores rurales es aún peor, localidades sin escuelas, sin centros de atención médica, sin transporte ni fuentes laborales, con jóvenes que emigran a las ciudades en buscar de oportunidades laborales, cada día mas escasas.

El Estado, con su función subsidiaria dentro del contexto económico, ha debido mantener una red de servicios que cubran las necesidades básicas, gran parte del gasto público se enfoca en el segmento social, el que ha sido financiado con ingresos provenientes del sector minero, y en específico por el cobre.

El secreto del milagro chileno lo silenciamos, ya que sabemos que se ha construido en base a una ilusión, ilusión creada a partir del crédito y endeudamiento familiar, burbuja que tarde o temprano explotará, y generalmente sucede en situaciones de recesión económica, ya que en esos escenarios es donde el sistema colapsa.

Chile es un país pequeño, con un mercado interno fragmentado, geográficamente complejo y diverso, por lo que gran parte de nuestras esperanzas de progreso se basan en el sector exportador. Lamentablemente el sustento de nuestras exportaciones es en base a materias primas, a diferencia de países como Suecia que basó su el éxito de su progreso en la exportación de bienes y servicios.

El real milagro chileno sucederá cuando logremos posicionar nuestras universidades dentro de las mejores del mundo, cuando logremos avances significativos en calidad educativa, que a su vez permitan la innovación y emprendimiento, cuando la inversión pública y privada se enfoque en investigación y desarrollo y rompamos la vergonzosa cifra de 0,4 del PIB.

De acuerdo a nuestra Constitución son los particulares los llamados a realizar el verdadero milagro chileno, de ahí que cause extrañeza que se alcen voces en ICARE en que se exija al gobierno el apoyo a los empresarios, con ello también podemos respaldar el llamado del Ministro Valdés en cuanto a "Menos lamento y más empuje".