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Jueves 20 de Abril de 2017

El cuadrillazo de Elizalde y la generación de relevo en el PS

Columna de opinión del decano Facultad de Ciencia Política y Administración Pública, Marco Moreno

Imagen foto_00000001El resultado del comité central del Partido Socialista (PS) no solo significó la renuncia de Ricardo Lagos al intento de buscar nuevamente la Presidencia de la República. Si bien este es el efecto más visible, hay un subtexto sobre el que hasta ahora se ha reparado menos.

Esta segunda lectura remite a la entronización exitosa –a juzgar por el resultado de la votación del citado comité central y el cambio en la correlación de fuerzas–, en el aparato del PS, de una generación de relevo y su posicionamiento dentro del campo político partidista que definirá toda su acción política futura y en cuyas manos recaen ahora históricas decisiones.

Hasta el momento, el complejo campo político o "microcosmos" dentro del PS había sido controlado por los llamados "barones socialistas" y sus sucedáneos. Estos forman parte de la llamada "vieja guardia concertacionista", que ha ocupado durante los últimos 30 años la primera línea de las posiciones clave de poder. Primero en la oposición a Pinochet y su régimen, luego en el proceso de recuperación de la democracia y, finalmente, durante la transición y postransición.

Con trayectorias biográficas similares –lo que les ha permitido actuar transversalmente en defensa de sus intereses–, han copado los espacios clave de poder en el aparato gubernamental durante los años de gobierno de la Concertación. Varios de ellos dieron con éxito el salto al mundo privado, integrando las redes extrainstitucionales del poder.

En paralelo, siguieron teniendo el control del partido y su maquinaria, a través de prácticas clientelares y de brokers que los vinculan a formas modernas de corretaje o intermediación de intereses. En la defensa de sus intereses fueron especialmente refractarios con el proceso de circulación de la elite, lo que se ha expresado en obstáculos para el surgimiento de nuevos liderazgos, obstruyendo el "tiraje de la chimenea" dentro del PS.

El cuadrillazo de Álvaro Elizalde y de los sectores que lo apoyaron para asirse del poder formal en el PS, se trataría del intento de una generación de relevo que busca el recambio dirigencial del elenco que, con más o menos ajustes, acompañó al propio Lagos, desde el inicio de la larga transición chilena, en el Partido Socialista.

Esta generación de relevo tiene un origen similar en términos de trayectoria política. En la mayoría de los casos, son tributarios de un capital heredado que les ha facilitado su posicionamiento en la maquina partidaria, pues se vinculan a familias de elite partidaria (Elizalde), lotes internos (Santander) o a liderazgos locales (Melo y Soto). La mayoría ha ocupado cargos en las directivas de la juventud del partido, otros han sido consejeros regionales, funcionarios medios de gobiernos subnacionales (regional o local) o alcaldes y concejales. Más escasas han sido las posiciones en la primera línea del aparato central del Estado o del Parlamento.

Varios son los puntos que acercaron a los diputados Melo y Soto con Santander y Elizalde, solo por mencionar algunos de los nombres más representativos de esta generación de relevo. Desde el punto de vista estratégico, uno de los temas de convergencia fue el diagnóstico compartido sobre el fin de Concertación, que se expresó en la derrota del año 2009. Frente a este dato, alentaron la superación de dicha coalición a través de una nueva mayoría política y social que promoviera un conjunto de transformaciones en Chile. Compartieron el diagnóstico del "malestar" y promovieron el giro a la izquierda que hizo la Nueva Mayoría (NM) y que, estiman, debe continuar profundizando, para evitar la erosión del electorado de la izquierda de la NM a manos del Frente Amplio.

Desde el punto de vista táctico en la construcción de su identidad generacional, optó por una lógica rupturista con quienes antes habían articulado alianzas. Los asiste el convencimiento de la necesidad de un reordenamiento del campo político socialista. Expresiones como "jubilar a la vieja guardia concentacionista" o "matar al padre", sirven como metáfora para expresar el camino adoptado por los conjurados.

Hasta ahora la generación de relevo disfruta de su luna de miel, resultado de la votación del comité central respecto a la decisión de viabilizar la candidatura de Alejandro Guillier y que les entregó la llave de esta. Sin embargo, el efecto dominó que desencadenó la decisión al interior del PS y la señal enviada al PDC, pondrán a prueba en los próximos días la real capacidad de gobierno de Elizalde y sus aliados.

Dentro del PS tendrán que demostrar cómo procesan las disputas de los diversos "lotes" que buscarán ahora, en la conformación de la plantilla parlamentaria, la reciprocidad de los apoyos tanto en la elección de la directiva como en la decisión del central.

Lo anterior se torna más complejo porque varios de los miembros de la generación de relevo buscan un escaño en el Congreso (los propios Elizalde y Santander) o, en otros casos, la repostulacion (Melo, Soto), lo que los deja expuestos al efecto "incumbente", añadiendo una dificultad más a la siempre compleja gobernabilidad en el PS.

Al frente anterior se agrega la difícil responsabilidad de mantener la continuidad de la coalición. Hasta ahora, las declaraciones cruzadas entre las directivas del PS y la DC, más que acercar posiciones, parecen alejarlas, predominando una estrategia de juegos no cooperativos.

En el corto plazo quedan pocos días –en rigor, hasta el 29 de abril, cuando se realice la junta nacional de la DC– para ver si esta generación de relevo del PS es capaz de sortear esta primera prueba de fuego que la enfrentará al problema y a las decisiones del gobierno de los partidos.

Marco Moreno
Decano Facultad de Ciencia Política y Administración Pública, Universidad Central de Chile

Fuente: www.elmostrador.cl