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Viernes 9 de Enero de 2015

El Caso Penta y la falta de responsabilidad política

El Mostrador

Imagen foto_00000001Los cambios experimentados en el país y en la sociedad chilena –a los que se ha aludido en los últimos años para explicar las transformaciones recientes en Chile–, están también comenzando a impactar en el escenario de la responsabilidad política.

Hemos visto cómo los medios de comunicación ocupan con frecuencia el lugar de la oposición en el Parlamento. Es decir, ésta sigue en su estrategia a los medios, en vez de dirigirla.

Del mismo modo, el Poder Judicial –y aquí juegan un rol clave los fiscales? también ha asumido un papel importante en los mecanismos de control político y en la definición de las agendas políticas.

Sin embargo, los que menos han avanzado en el escenario de responsabilidad política son las instituciones clave de la democracia: los partidos. Estos, a través de sus prácticas, están mostrando en los hechos que apenas pueden garantizar el control de los políticos, cuando las instituciones democráticas –como el Congreso o los partidos? resultan impotentes a la hora de que los políticos rindan cuentas.

Las revelaciones conocidas hasta ahora en relación con la arista política del Caso Penta colocan de manifiesto esta deuda de los partidos y los políticos.

Ante un posible hecho delictivo en que habrían incurrido los principales controladores de este grupo económico –en relación con el financiamiento irregular de algunas campañas políticas–aparece, por un lado, la vía judicial que se sustancia por el Ministerio Público encargado de investigar y, en una arena específica, los Tribunales de Justicia. Si el juez entiende que existen indicios de delito, la vía judicial se consumará y conllevará (o no) a una posible condena. Esto es lo que se conoce como la responsabilidad penal.

Pero el problema no se agota en este tipo de responsabilidad. Como se sabe, estos supuestos hechos delictivos afectan también la esfera pública. Hoy aparecen involucrados parlamentarios, ex subsecretarios, ex candidatos presidenciales y partidos políticos. Emerge aquí, entonces, la otra dimensión de la responsabilidad pública: la política.

El concepto de responsabilidad política se entiende aquí como la asunción de responsabilidad ante la propia ciudadanía no como causante del delito –o, al menos, no directamente?, sino como conocedor, tolerador, encubridor o ignorante del mismo. Debemos precisar que en la responsabilidad política se cae igual tanto por exceso como por defecto.

La responsabilidad política se ejerce por convicción de la necesidad de restaurar una confianza perdida. Se responde con ella sobre la decencia, la honestidad y la integridad moral de las personas. Se parte de la base de que un cargo público surge en su concepto más íntimo del depósito de confianza que los ciudadanos conceden a su representante y que, por tanto, cuando dicha confianza pueda verse enturbiada, limitada o puesta en entredicho, debe renunciarse a ella.

Hasta ahora, en la UDI –el partido más afectado por las denuncias de estas prácticas? y su dirigencia, ha predominado una estrategia de evadir esta responsabilidad. Su apuesta comunicacional ha estado más próxima a la de una secta, a la de una gran hermandad intocable, donde sus líderes son blindados. Ciertamente, la política y los partidos no deben ser esto. La política es lo que conecta y relegitima con el elector, con la opinión pública, en definitiva.

El camino de la renuncia es el único posible en estos casos. En nuestro país, parece que esto no es tan fácil. Las escasas renuncias a cargos directivos se han producido muy excepcionalmente. Solo  cuando las pruebas han sido abrumadoras o hay condena expresa del delito.

Está claro que, para la asunción rápida de las responsabilidades penales, hay que dejar actuar a la Justicia. Pero, para la responsabilidad política, lo único que necesitamos son políticos decentes. Lamentablemente para la democracia, sus instituciones y la opinión pública, el Caso Penta parece estar mostrando que este espécimen brilla por su ausencia.

MARCO MORENO
Decano Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, Universidad Central de Chile

Fuentehttp://bit.ly/1xZExbc