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Sabado 27 de Agosto de 2016

Descentralización: retroceder nunca, rendirse jamás

Columna de opinión del profesor Cristian Fuentes

Imagen foto_00000002Tal como el ministro del Interior francés Gaston Defferre envió al Parlamento en 1981 las leyes de descentralización y se jugó a fondo por su aprobación, abriendo una nueva etapa en el país que había inventado el Estado unitario, los gobiernos no pueden dejar al Legislativo la responsabilidad exclusiva de una reforma tan importante.

La Presidenta Michelle Bachelet está cumpliendo su compromiso, poniendo suma urgencia al proyecto que permitirá elegir directamente a los gobernadores regionales, pero faltan todavía buena parte de los cambios necesarios para repartir de manera más equilibrada el poder en Chile. El Ejecutivo es el único que tiene la fuerza para remover cualquier obstáculo.

Para transformar a la sociedad se necesita disciplina y liderazgo, así como para sostener en el tiempo esas modificaciones se precisa una amplia participación de la población. Y para ello es imprescindible la decisión de quien representa en su instancia más alta a la soberanía popular, sobre todo en un sistema tan presidencialista como el nuestro. Más aún cuando el Congreso chileno se muestra tímido y poco entusiasta.

La dinámica descentralizadora no habría sido exitosa en Francia sin una mayoría política que lo sustentara. En aquella experiencia fue la coalición de socialistas y comunistas —que en nuestro caso debiera representar a la Nueva Mayoría— la principal impulsora.

Sin embargo, la supuesta transversalidad que pareciera concitar el respaldo a esta propuesta, se invierte cuando priman los temores de los partidos y del centralismo a perder control e influencia. La Moneda debe involucrarse con mayor decisión, así como la ciudadanía debe presionar a sus representantes para que sean consecuentes con el mandato democrático del que son depositarios.

Queda un largo camino por recorrer, aunque no hay vuelta atrás incluso si el proceso se estanca. Los avances y retrocesos —que naturalmente pueden ocurrir en mutaciones complejas, que involucran no solo estructuras sino también costumbres, hábitos y mentalidades— deben ser considerados como fases de un transcurso continuo, cuya base es una alianza estratégica entre el Estado y sus ciudadanos. Por cierto, las palabras se las lleva el viento si no se acompañan de actos que las conviertan en hechos concretos.

Cristián Fuentes V.
Académico de la Escuela de Ciencia Política
Universidad Central

Fuente: http://impresa.lasegunda.com/

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