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Daisy Margarit: "Inmigrantes en la ciudad: la llegada de nuevos vecinos"


Imagen foto_00000001Hoy con más fuerza se ha reforzado la imagen del inmigrante en Chile, con frecuencia se escucha decir a algunos vecinos de barrios tradicionales de ciudades como Santiago, Iquique, Antofagasta, "nos robaron el barrio", "el vecindario ya no es lo mismo que antes", "ha llegado mucha gente con costumbres distintas", refiriéndose a la incorporación de los nuevos residentes inmigrantes. El fin de semana pasado lo evidenciamos en las redes sociales, cuando un grupo de ciudadanos, molestos con la cantidad de inmigrantes colombianos en Antofagasta, organizaron una marcha cuyo llamado fue: "Recuperar Antofagasta para los antofagastinos".

La inmigración es un fenómeno propio del desarrollo de los países. De un modo general se puede afirmar que el crecimiento urbano se ha producido por la inmigración. Algunos estudios afirman que en muchas ocasiones la inmigración era verdaderamente esencial, por cuanto fue el factor clave en la regulación de las poblaciones urbanas en la sociedad preindustrial, por cuanto la ciudad necesitaba de la inmigración para mantener su población estable y, más aún, para aumentarla.

Las ciudades chilenas no están ajenas a este fenómeno. Las migraciones son parte de la historia de nuestra sociedad. A principios del siglo XX, con la llegada de migrantes palestinos, alemanes y croatas, entre otros. En la actualidad Chile avanza en convertirse en un país receptor de población extranjera, tendencia que se observó durante los años 90, y que se va consolidando en la primera década de este siglo, con un crecimiento lento, pero progresivo.

Este dato es corroborado por las cifras del Censo de Población y Vivienda del año 2002: en el país los residentes extranjeros registrados fueron el 1,2% del total de la población, aumentando en relación al CENSO del año 1992 en 0,4%. Esta tendencia al aumento se ha mantenido; y lo evidencian el incremento de permisos de residencia que entrega el Departamento de Extranjería del Ministerio de Interior. No obstante, si comparamos el número de inmigrantes que llegan a Chile con el resto de los países de América, el volumen de población extranjera es menor. No obstante, la importancia cuantitativa del fenómeno migratorio no debe llevar a restar importancia al impacto evidente en la actualidad y que se proyecta que será aún mayor en el futuro.

En la vida cotidiana, en los barrios ¿qué nos pasa con la llegada de los nuevos vecinos?, al parecer no es lo mismo si son llamados extranjeros o inmigrantes. El cómo los nombramos connota una imagen cargada de juicios y valores. El extranjero, nos evoca al empresario que invierte, que cuenta con capital económico y humano que ve a Chile como un polo de desarrollo de ciencia e innovación tecnológica. Cuando hablamos de inmigrantes, nos surgen imágenes contradictorias, asociadas a pobreza, delincuencia, drogas e inseguridad ciudadana.

La inmigración conlleva impactos, que se expresan, por una parte, demográficamente si el promedio de edad de los inmigrantes es bajo e incidiera en el rejuvenecimiento de la población y en el incremento de la población activa en el lugar de destino. Por otra parte, también se observan impactos en los cambios en los territorios en donde residen, primordialmente en los usos de los espacios públicos y las viviendas. Se reconocen usos intensivos de plazas y parques; utilización de las calles como extensión del espacio privado, por ejemplo usando un espacio público para la celebración de fiestas familiares, en la readecuación de las viviendas en donde vivía una sola familia, ya que con la llegada de población inmigrante conviven más de una en el mismo espacio habitacional.

Existe un ámbito pocas veces reconocido como un problema y que atañe solo a los vecinos de los barrios en donde se concentran residencialmente los colectivos de inmigrantes, en donde sin desconocer los obstáculos de la convivencia, como el uso de la calle o una plaza para alguna celebración o encuentro, también encontramos modos de convivencia que han revitalizado la vida del barrio, principalmente en el área del comercio. Esta es la mirada positiva de la inmigración: negocios que antes estaban cerrados vuelven a abrir con productos tradicionales y distintos que se incorporan al repertorio gastronómico chileno, se recobran antiguas prácticas como el "fiado" en los almacenes, generándose una vida barrial con características multiculturales. Los negocios de inmigrantes juegan un rol integrador, se constituyen en espacios de encuentro cara a cara con los vecinos de toda la vida, es el espacio en el que el sujeto extraño inmigrante se hace conocido, desmarcándolo de la imagen estereotipada.

Sin duda, un desafío para una futura política migratoria será incorporar ambas miradas del fenómeno de la migración. El impacto positivo en las ciudades es muchas veces oculto por hechos puntuales de convivencia entre vecinos, quedando ausente en el imaginario, la riqueza de los espacios multiculturales. Una sociedad que avanza a pasos agigantados en crear dispositivos de inclusión y no discriminación, en la igualdad de derechos y deberes para todas las personas que habitan en un mismo territorio, no puede olvidar que esta construcción ciudadana se alcanza en espacios de convivencia y respeto que se traducen en la integración del otro, en este caso del nuevo vecino inmigrante.

Daisy Margarit, Directora Escuela de Trabajo Social

  • Licenciada en Trabajo Social y Magíster en Desarrollo Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Máster en Sociologia y Doctora en Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha participado en investigaciones y publicaciones sobre immigración y ha trabajado en el diseño e implementación de políticas sociales en temas de vivienda social. Fue encargada nacional de FOSIS de los programas sociales para el Chile Barrio. Ha realizado docencia en pregrado de Trabajo Social y en los Diplomados de Gobernabilidad Territorial (P.U.C) y de Migraciones (U. Chile). Sus principales líneas de investigación son: migración, vivienda y políticas sociales.