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Conductores ebrios: criminales en libertad

Por: Jaime Mois Corona, abogado, Mg ©en Arbitraje Civil y Comercial en la Universidad Central de Chile.

Todos los años, nos encontramos con cifras de accidentes de tránsito que hablan de las personas que fallecen o quedan lesionadas producto de los accidentes de tránsito, ocasionados por conductores que manejan en estado de ebriedad, o bien, bajo la influencia del alcohol.

Imagen foto_58714Jaime Mois.

 

¡Seamos más serios! y, de una vez por todas, aceptemos que conducir en estas condiciones es una conducta de carácter criminal y no sólo un “error” como lo califican aquellas personas que son sorprendidas en este ilícito.

La legislación actual permite que una pesona que mata a alguien manejando en estas circunstancias sufra penas irrisorias y que, más encima, siga conduciendo, sino es cuestión de ver a los famosillos de nuestra farándula o a los supuestos deportistas o, incluso, nuestros políticos, que se vuelven locos con un trago encima, que manejan casi en un coma etílico u otros que asesinan impunemente a estudiantes que cruzan una calle y cuyo cuerpo ha quedado destrozado e irreconocible para sus padres producto de este “accidente”.

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Los casos de este tipo son innumerables y la impunidad de los conductores es amplia. Así podemos ver que nuestro sistema procesal penal otorga varias opciones, entre ellas, las llamadas salidas alternativas.

 

La  OMS (Organización Mundial de la Salud) establece que el alcoholismo es uno de los grandes males de nuestro tiempo junto con la obesidad y el tabaquismo. La diferencia es que estos últimos sólo matan al individuo que come en exceso o al que fuma, pero el alcohol es una droga que mata no sólo al que bebe, sino al que está al lado en ese momento, puede ser un amigo, un estudiante, un padre de familia o, incluso, un conocido actor joven, no está demás recordar episodios como estos para tomar conciencia.

 

Por ello, es importante que nuestros políticos legislen al respecto con mano dura, porque mientras no nos toca directamente a uno de nosotros, el problema no es nuestro, pero el tema es de la sociedad entera, del país. Podemos ver, por ejemplo, cómo cada fin de semana largo hay estadísticas terribles de accidentes de tránsito y somos testigos de cómo cada canal de televisión trata de dar el mayor número de muertes por accidentes de tránsito e, incluso, si recurrimos nuevamente a las estadísticas de la OMS, los accidentes o traumatismos están dentro de las 10 causas de muerte más frecuentes en el mundo, causan 6 millones de decesos al año, sin contar la cantidad de secuelas que producen en los accidentados, o lo que es más terrible, años de vida potencialmente perdidos, ya sea por accidente o incapacidad. Esas secuelas las debe sobrellevar la sociedad, la familia o los seguros de salud. Y, aunque nuestro país figura dentro de estándares altos de ingresos como la OECD, en la realidad cotidiana es distinta la situación y sabemos la desigualdad de ingresos que existe en nuestra sociedad.

 

Volviendo a la legislación actual, recordemos la baja sanción que obtuvo Jhonny Herrera, el futbolista que mató a una joven estudiante el 20 de diciembre de 2009 y que se vio beneficiado por su “irreprochable conducta anterior” y otras causales que no explican las notas periodísticas. Sin embargo, lo más vergonzoso de todo eso es que en la práctica, la ley penal chilena es altamente discriminatoria: si eres un sujeto pudiente resultas impune, pero si eres pobre, entonces, te condenan. Este señor paga 25 millones a los padres de Macarena Casassus, y sólo le suspenden la licencia por seis meses, ¿ridículo no?  

 

Ustedes dirán, ¿y si no hubiesen aceptado el acuerdo económico? Simplemente no habría pasado absolutamente nada, hubiesen ido a un juicio oral en donde la Fiscalía habría hecho sus esfuerzos por obtener una pena, pero en la práctica lo habrían condenado con suerte a tres años de presidio remitido, firma mensual y nada más y ¿por qué?: Porque tenía irreprochable conducta anterior y trató de reparar “con celo el mal causado” y otras atenuantes que señala la ley…. ¿Ven?, queda impune.

 

De todas formas dicho acuerdo no está afirme aún y los padres apelarán tengo entendido, pero ya se vislumbra que esto va a quedar en nada.

 

Las nuevas normativas sobre seguridad y penalidad del tránsito deberían incluir un tratamiento más riguroso, verdaderamente sancionador y castigador para quienes, sin importarle la vida del resto, se suben a un vehículo y ponen en riesgo a la población. Si alguien quiere, por iniciativa propia suicidarse conduciendo a alta velocidad, es su problema, pero la persona o personas que están al lado, que van cruzando la calle, o que esperan en un paradero, no tienen por qué ser arrolladas por un criminal que, después gracias a la legislación blanda que tenemos en Chile, queda prácticamente impune. ¿En qué país estamos viviendo?, ¿en un país donde los asesinos atropellan, matan o dejan con graves lesiones a personas inocentes y no les pasa nada?, ¿para ellos, la justicia no se aplica, no hay sanción?

 

Siempre he pensado que la única forma de evitar que estos ciudadanos sigan en libertad es por medio de penas que sean lo más duras posible, por ejemplo, caducidad de la licencia por el sólo hecho de causar lesiones en estado de ebriedad y penas de cárcel efectivas en caso de muerte,. Ojalá sobre 10 años y un día sin beneficios y eso unido a reparaciones a las víctimas y la sociedad en su conjunto que sean tan gravosas que, a este personaje, no le quede más opción que trabajar muchos años para pagar este delito .

 

Con eso, lo más probable es que ese personaje no aprenda nada y simplemente diga que fue un accidente, pero “pucha” que lo va a pensar otro curadito antes de subirse al auto con sus tragos de más ¿o no?

 

¿Y qué pasa con la proporcionalidad de la pena? Pues vayan y vean las fotos de ese accidente y de otros tantos más para que la proporcionalidad de la pena pase a mejor vida. Total, es re fácil decir, “demos una pena menor”, si ese dolor no te ha tocado.

 

No obstante, estas sanciones no son útiles en el largo plazo si no van de la mano de la educación vial, que debería ser obligatoria en los colegios. Por ejemplo, todos los años desde pre-kinder hasta 4° medio en la clase de lenguaje o comunicación o cualquier cátedra adecuada, en vez de perder horas y horas en otros tópicos que los niños olvidan rápidamente, se podrían aprovechar las clases para mostrar a los estudiantes datos duros, estadísticas de accidentes de tránsito o fotografías, para que conozcan las consecuencias de manejar curado. ¡Les garantizo que eso no lo van a olvidar jamás!