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Jueves 25 de Junio de 2015

Columna de opinión: El SIMCE y la calidad de la enseñanza en Chile

Director de la escuela de Educación General Básica, profesor de educación básica especialista en Matemáticas de la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en Educación de la Universidad De Chile.

Tras revisar los últimos resultados SIMCE de octavo se me vino a la memoria las palabras de un gran profesor que decía: "no teman a innovar en sala de clases. Lo peor que les podría pasar es dejar a sus estudiantes tal como los encontraron", entonces ¿qué pasó con el retroceso experimentado? hasta el año pasado nuestros estudiantes no comprendían lo que leían. Hoy ¿ni siquiera lo decodifican?


Ahora bien, ¿quién le explicará a la sociedad y sus familias, que la escuela que han financiado para ser, supuestamente la garante de aprendizajes significativos, ha provocado un descenso en sus hijos y que, en esta tendencia, los sectores más pobres no tendrán ninguna posibilidad de continuar con estudios superiores (de aprobarse la nueva Ley de Carrera Docente), y ¿quién asumirá la responsabilidad de este fracaso, el cual costará la frustración de cientos de familias que con esfuerzos, expectativas y esperanzas enviaron a sus hijos(as) a estudiar por un futuro mejor?


En tiempos de reformas donde profesores y representantes del Gobierno no logran ponerse de acuerdo, en un proyecto ley que no aborda directamente la realidad educacional, reflejada en los recientes resultados y que por lo demás, tampoco se observa que esté en las prioridades de los mismos y que es, a su vez, simplificado por algunos parlamentarios a un juego de ping-pong, advertimos nuevamente que no se está priorizando en los verdaderos actores. Señores, ¡por favor! dejen por una vez de ser los protagonistas y preocúpense de nuestros niños, jóvenes y sus familias que son lo verdaderamente importante. Sobre todo, los de sectores más vulnerables.


La pobreza no tiene tribuna en los grandes medios, lamentablemente no ha aprendido a levantar la mano ni a exigir sus derechos como los aquejados por los cobros indebidos de la tienda "La Polar" o los usuarios de las farmacias. Cabe preguntarse entonces ¿no será más justo que los millones de dólares que estamos destinando en financiar una reforma que beneficia a todos, menos a la calidad de enseñanza (hoy expuesta en los resultados del SIMCE), sirviera para indemnizar a todas esas familias perjudicadas por una promesa que no se cumplió?


Frente a esto, creo necesario retomar la discusión con un objetivo central el cual sí estoy dispuesto a financiar: esforzarnos para generar que nuestros estudiantes de Arica a Punta Arenas comprendan lo que lean y manejen las cuatro operaciones matemáticas básicas; de manera tal, que el filtro para entrar a la Universidad sea la capacidad y la vocación individual y no la consecuencia de un proceso mal hecho que generó en un estudiante un puntaje mínimo el cual no le alcanzó para postular.