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Viernes 10 de Julio de 2015

Columna de Opinión: Chile: crisis y cultura del miedo

Encargado de Proyectos e Investigación Facultad de Ciencias de la Educación. Licenciado en Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Magíster en Políticas Sociales, Universidad Arcis; Master en Investigación y doctor en Antropología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Rolando Poblete, docente Facultad de Educación

¿Qué le pasa a Chile? es la pregunta que hasta la propia Presidenta de la República se ha hecho en diferentes medios de comunicación para intentar entender lo que ocurre en nuestro país. La duda tiene una vigencia insospechada cuando vemos situaciones como las vividas a propósito del rumor infundado que ocurrió recientemente sobre un posible desabastecimiento de combustibles: curioso, por decir lo menos, que seamos capaces de correr a las estaciones de servicio -aumentando de paso las ventas y las ganancias de sus dueños- y soportar largas filas porque alguien dijo a través de una red social que venía un paro indefinido.

Insólito que una persona entrevistada diga a un medio que "estamos casi como en la UP", y más raro todavía es que se constituya en una noticia de interés nacional, opacando la nueva alza de los combustibles que se vivirá esta semana.


Como olvidar el rumor difundido a través de medios electrónicos sobre la morgue de Copiapó sobrepasada de cuerpos o el conteiner con trabajadores desaparecido en medio del aluvión, como si no fuese suficiente la tragedia vivida para seguir sumando incertidumbre y dolor.


Qué decir de la paranoia que emana incluso desde los órganos oficiales a propósito del frente de mal tiempo que se avecina, recomendando tomar precauciones ante una lluvia que lo único que debiera provocarnos es alegría y el justo alivio por una de las peores sequías de las cuales tengamos memoria. ¡Como si nunca hubiese llovido sobre Santiago!


Y por si fuera poco -basta ver los titulares de las noticias- distintos sectores nos hablan del eventual colapso de la economía que generará una crisis sin precedentes en Chile, lo que obliga a repensar las tan esperadas reformas e incluso postergarlas para un mejor momento que quién sabe cuándo llegará.


En efecto, algo le pasa a Chile.


Al parecer se ha instalado una verdadera cultura del miedo confundida e imbricada con una sensación de crisis que copa buena parte de los espacios en los cuales transcurre nuestra cotidianeidad. Freud en su clásico texto El Malestar en la Cultura, declaraba que "el precio del progreso cultural debe pagarse con el déficit de dicha". Esa relación entre progreso y felicidad anunciada casi un siglo atrás parece cobrar pleno sentido cuando observamos, precisamente, que son las sociedades más desarrolladas las que albergan en su seno bajos niveles de satisfacción de sus ciudadanos. Curiosa tendencia que pone entredicho los pilares que sustentan la sociedad del consumo y la felicidad prometida que se asoma junto a ella.


Lo paradójico es que nunca en la historia de la humanidad, ni en la nuestra en particular, se había alcanzado tal nivel de progreso científico y tecnológico; nunca habíamos logrado tener a nuestro alcance grados de información siempre crecientes e inmediatos (quién podría dudar de las ventajas del WhatsApp o Twitter); y nunca pudimos comprar como hoy, por cierto a través del crédito, tantos bienes de consumo que no hace mucho requerían toda una vida de ahorro y esfuerzo para su adquisición.


Y pese a eso, al cumplimiento de la promesa de la modernidad acerca del progreso material (aunque desigualmente distribuido), pensamos y sentimos que algo nos falta para estar seguros, para dejar de tener miedo frente a un futuro cada vez más incierto y a un mercado que colma invariable e implacablemente todos los ámbitos de nuestra vida.


Y el miedo paraliza, y lo que es peor, anula nuestra mínima capacidad crítica para comprender que alguien se beneficia invariablemente con nuestros temores.