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Martes 5 de Mayo de 2015

Columna de opinión: ¿A quién beneficia realmente la Reforma Educacional y la Carrera Docente?

Director de la escuela de Educación General Básica, profesor de Educación Básica especialista en Matemáticas de la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en Educación de la Universidad De Chile.

A días de firmado el proyecto de ley de la Nueva Política Nacional Docente, surgen algunas dudas: ¿los niños y jóvenes chilenos mejorarán sus actuales niveles de aprendizaje?, ¿este proyecto responde a la génesis de la reforma motivada por la revolución de los pingüinos que demandaban una educación de calidad?


Se agradece la propuesta de fin al lucro, del copago y la eliminación de la selección de estudiantes en la admisión de los establecimientos educacionales que reciben aportes del estado, impulsada por la reciente Reforma Educacional. No obstante me parece que estas medidas son de carácter administrativo, por lo que no solucionarían, al menos directamente, lo que hoy pasa en la sala de clases ni tendrían por qué mejorar la calidad de los aprendizajes de los estudiantes.


Este proyecto de ley viene a cuidar los dineros del estado, evitando que personas inescrupulosas se hagan ricos a costa de la educación de nuestros niños y jóvenes. Todos los que trabajamos por la calidad de los aprendizajes teníamos puesta nuestra esperanza en este proyecto, pero al revisar los puntos centrales del documento, pareciera que, una vez más, no estamos abordando de manera directa la principal demanda de los estudiantes el año 2006: instalar una educación de calidad para todos.
Cuesta encontrar en los siete puntos centrales aquellos que vayan al interior de la sala de clases donde realmente se intencionan aprendizajes de calidad. Lamentablemente el proyecto focaliza su energía en aspectos, una vez más, intra-sala. Los cuales son necesarios, pero no resuelven el problema central 'la calidad de los aprendizajes de nuestros niños y jóvenes'.


En esta misma idea, bienvenidas sean las mejoras salariales y condiciones laborales de los profesores, sobre todo, cuando es una deuda que se arrastra desde de la dictadura, ¿pero tener profesores mejor pagados asegurará una mejor docencia? No lo sé, pero puedo decir que eso no sucedió cuando se reintegró el 'estatuto docente', el cual mejoró sustancialmente los salarios y condiciones contractuales de los profesores.
Lo mismo sucede, con los puntos referidos a la formación inicial: el ranking, puntaje de ingreso y la prueba INICIA, que se impondrá a los futuros profesores. En esto, no hay que ser muy estudioso para advertir que el beneficio directo de estas indicaciones es principalmente para las universidades del CRUCH. Lo cual estaría bien, si estas iniciativas asegurarán calidad de los aprendizajes, pero un profesor ¿hará mejores clases, por tener un buen promedio o buen puntaje en estas evaluaciones? No lo sé.


Entiendo que la calidad de la educación es un problema complejo, que ha estado presente en menor o mayor medida en cada una de las reformas de este país, pero principalmente en aquellas impulsadas desde el año 90 con el retorno a la democracia. No hay que ser muy experto para visualizar un elemento común en todas ellas: el foco ha estado puesto en los profesores, en el estatuto docente, en los tipos de contratos, en sus remuneraciones, en el BRP, entre otros. Pero el aspecto central, lo que se hace al interior de la sala de clases y que explica la calidad de los aprendizajes, no se aprecia con intención técnica, ni referentes teóricos, ni epistemológicos, en ninguno de estos proyectos de ley.


Más bien se distingue, una vez más, una gran apuesta de la cual veremos resultados el 2025, cuyos costos, en el caso de haber apostado mal, lo pagarán una vez más los miles de niños y jóvenes y sus familias, que vieron en la educación una oportunidad de vida y por supuesto en esos años no tendremos a quien pedirle cuentas.


Por mi parte y asumiendo que financio parte de este proyecto con mis impuestos, hubiese querido encontrar políticas referidas a los aspectos esenciales de la sala de clases, donde interactúan personas con sentimientos, miedos, dolores y alegrías. Me hubiese gustado que de una vez por todas y por ley, se definieran criterios referidos a la didáctica y metodologías; a las expectativas sobre los estudiantes; al auto-concepto del docente; al desarrollo de destrezas intelectuales, motrices y artísticas, incluso espirituales; a métodos de evaluación actualizados (seguimos evaluando bajo un enfoque "psicométrico" cuando ya hay suficiente evidencia que todos somos distintos y por ende aprendemos a distintos ritmos), nada sobre las horas de clases o cómo se organiza el currículum: un niño de prebásica tiene horas de 20 minutos, no obstante, cuando es promovido a primero básico, debe desarrollar la capacidad de atención para estar sentado una hora y media (actual bloque de clases), entre otros. La experiencia internacional, referente de esta reforma, ya ha resuelto estos dilemas, aunque no es necesario ir tan lejos, hay experiencias en este país y profesionales de la educación suficientes para abordarlo.


Les aseguro señores que si mi bisabuelo o tátara abuelo resucitara mañana o el 2025, quedaría impresionado con el avance tecnológico que el mundo ha desarrollado en estos años, pero diría que la escuela sigue haciendo lo mismo o por lo menos, parecido.