Click acá para ir directamente al contenido

Carta al director: El bajo estándar moral en la política

Encargado de Proyectos e Investigación Facultad de Ciencias de La Educación. Licenciado en Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Magíster en Políticas Sociales, Universidad Arcis; Master en Investigación y doctor en Antropología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Rolando Poblete, docente Facultad de Educación

Con no poca sorpresa y mucho estupor he leído una nota de El Mostrador titulada "La mala fama de Piñera: su principal activo para sobrevivir políticamente a los escándalos de corrupción", donde su entorno cercano señala casi con desdén que las dudosas prácticas en las que ha incurrido son parte del actuar habitual del ex presidente y que la gente lo quiere así.


La nota continúa citando fuentes vinculadas a Piñera que afirman que "la ciudadanía está acostumbrada a sus conductas impropias." Luego, y en el mismo tenor, se recurre a "altos dirigentes de la alianza", según indica la noticia, cuyos argumentos van en la misma línea.


Partiendo del supuesto que El Mostrador es un medio de información serio y que no publicaría algo careciendo de fundamentos, quisiera expresar que me parece de la mayor gravedad lo que ahí se señala. En efecto, no es posible que desde el entorno político de un candidato se hable casi como si fuese una humorada que quien ostentó el más alto cargo del país, y con toda seguridad aspira a un segundo periodo, actúe permanentemente al filo de la ley y, más de alguna vez, al margen de ésta (no olvidemos que en su historial hay una orden de detención).
Es grave e insólito. Grave porque pone en evidencia el bajo estándar moral no sólo del candidato, sino de quienes están dispuestos a apoyarlo en su carrera a la presidencia. ¡Qué importa que sea un pillo! Siendo así, quizás a qué prácticas podrían recurrir para ganar las elecciones. Pero también es insólito, porque sitúan en nosotros, en la ciudadanía, la incapacidad para discernir entre personas que actúan correcta o incorrectamente, como si fuésemos unos interdictos políticos privados de la más mínima posibilidad de razonar, con lo cual expresan un profundo desprecio hacia todos nosotros.


No cabe duda que políticos que piensan así, con ese estándar moral y con ese profundo desprecio hacia la ciudadanía, no han aprendido nada.

 

Lee la carta en el diario "El Mostrador".